A quien viera el partido del Barça-Sevilla este miércoles, bien podría haberle dado un infarto. Y es que no hubo tiempo para moverse del sofá y, segundos antes de que terminaran los noventa minutos reglamentarios y el tiempo extra, Gerard Piqué forzó la prórroga con un auténtico golazo de cabeza, a centro de Griezmann, para dar más esperanzas a un barcelonismo con los ojos como platos.
Los de Koeman lo habían merecido con creces a lo largo de todo el encuentro, y la recompensa llegó bien entrado el final, ya con el colegiado Sánchez Martínez a punto de llevarse el silbato a la boca para pitar el final de la eliminatoria.
Griezmann, que había entrado en la segunda mitad para buscar el gol que le faltaba al Barça para forzar la prórroga, recogió el balón tras un rechace de la defensa sevillana y puso un centro exquisito para que Piqué, rodeado de rivales en el interior del área, acariciase la pelota con la testa rumbo al fondo de las mallas, con Vaclik haciendo la estatua y el sevillismo destrozado.
Ronald Koeman enloqueció en la zona de banquillos al propiciarse el tercer tiempo extra del Barça en cuatro partidos de esta Copa del Rey. Antes eliminó a Cornellá (0-2) en 1/16 de final y a Granada (3-5) en cuartos de final. Y en la Supercopa jugó dos prórrogas más ante la Real Sociedad (1-1 con victoria en la tanda de penaltis) y Athletic en la final (2-3).
Otro gol de Piqué para la historia del Barça
El caso es que Gerard Piqué se convirtió en el gran héroe del barcelonismo, una vez más, y justo después de marcar el gol de la salvación corrió hacia una de las cámaras de retransmisión para soltar un grito de júbilo y besarse el escudo del Barça. Culé de pura cepa, no hay nadie que sienta tanto los colores como él, y quedó demostrado por enésima ocasión.
El gol retumbó en las casas de todos los barcelonistas, desatando la alegría entre la culerada, y cayó como una losa en el alma de todos los sevillistas y de un Lopetegui hundido, a quien le fallaron incluso las piernas momentáneamente al recibir el duro golpe del gol en contra. Antes incluso de que diera comienzo la prórroga, el Sevilla ya había empezado a perderla. Y todo gracias a un Piqué que, pese a estar medio lesionado, no dudó en luchar hasta el final.