Si existía un ligero optimismo en las horas previas al partido sobre las posibilidades del FC Barcelona para ganar al Bayern y plantarse en las semifinales de la Champions League, poco tardó en esfumarse. El Barça aguantó en los primeros diez minutos gracias a un regalo de David Alaba, un gol en propia puerta que sirvió para empatar temporalmente el encuentro tras la diana inicial de Müller.
Pero después, llegó el chaparrón. En media hora de choque, el Bayern Múnich marcó tres dianas más y se puso con un 1-4 en el Estadio Da Luz, sacando a relucir las vergüenzas de la defensa culé y, sobre todo, aprovechándose de las imperdonables pérdidas de balón de los blaugrana. Perisic, Gnabry y otro gol de Müller catapultaron a los de Hansi Flick y hundieron en el banquillo a un Setién sin respuestas. En silencio.
Los goles del Bayern Múnich fueron cayendo uno tras otro, la mayoría fruto de los errores culés en la salida de balón, a su vez provocados por una presión incansable de los alemanes. Estaban en mucha mejor forma física y, además, se lo creyeron mucho más desde el principio. El FC Barcelona fue un juguete roto en las manos de unos niños muy traviesos.
Prueba del tremendo atropello de los bávaros es que chutaron un total de 15 veces en el primer tiempo, por tan sólo tres del Barça. Y eso que el gol de los culés, como ya hemos dicho, se lo marcó también el Bayern. Con Quique Setién y Sarabia sin saber qué hacer en el banquillo, Leo Messi y Luis Suárez haciendo estériles intentonas para estirar al equipo y el resto de jugadores en un nivel muy por debajo de sus capacidades, el Barça se hundió.
Una goleada que tendrá consecuencias
Y cuando un barco tan grande se hunde tan rápido, las olas que provoca son gigantes. Habrá que ver cuáles son las repercusiones, y si llegan o no de forma inmediata. El FC Barcelona no hará una revolución en la plantilla, pero sí algunos cambios y puede que apueste, más si cabe, por dar oportunidad a algunos de los jóvenes jugadores que han llegado para la próxima campaña, como Pedri y Trincao.
Las horas de Setién en el banquillo culé, por supuesto, podrían estar contadas pese a que tenga contrato vigente. El Barcelona y toda la afición culé salió disgustada, dolida y lacerada tras un 1-4 en la primera parte, la mayor goleada que recibe el Barça en su historia en Europa durante los primeros 45 minutos. Un tormento impropio para un equipo con tantas estrellas. Y con tanto talento, que aún lo tiene.