El Real Madrid se ha convertido en el antónimo de rendirse en la Champions League. No tiene explicación y carece de sentido, porque el conjunto blanco cuando más ahogado se ha visto en esta temporada es cuando mejor ha reaccionado. La épica y el peso de la historia le ha llevado a meterse, después de un sufrimiento eterno e inexplicable, en una nueva final europea y con la sensación de que la única forma de entenderlo es el no saber de imposibles.
El conjunto entrenado por Carlo Ancelotti iba perdiendo en la eliminatoria 3-5 en el minuto 89 de partido y acabó forzando la prórroga en dos genialidades de Rodrygo Goes. Dos goles de pura fe, ADN y que representan lo que ha hecho el Madrid en toda la presente edición de la Liga de Campeones: creer hasta el final y confiar en que, con todo en contra, sí es posible (y cuántos tienen que aprender el resto...).
Y es que ya es bastante ilógico que el Madrid superase al Manchester City de Pep Guardiola, pero también lo ha sido contra el París Saint-Germain y el Chelsea, sin verse como favorito en ninguna eliminatoria, pero sabiendo sufrir hasta que el árbitro pitase el final. Se puede hablar de suerte, de un Karim Benzema imparable y de un Courtois que es un muro, pero es espíritu, fe y empujar hasta el final... así estén a dos goles de empatar en el 89 y con todo en contra. Esa, probablemente, es la única forma de explicar que el Madrid, desde el 2016, haya conseguido su cuarta final de la competición europea.
El guión ha sido casi siempre el mismo: ser inferior ante el rival y empujar hasta el final. Como el error que forzó Karim Benzema ante Gianluigi Donnarumma, el pase con el exterior de Luka Modric a Rodrygo o la aparición del brasileño en el área de Ederson, por partida doble, para forzar la prórroga. El PSG, Chelsea y City lo supieron de inmediato: cuando el Madrid se crece y la afición del Santiago Bernabéu se 'mete' en el campo, no hay pizarrra ni tácticas que valgan. Hoy se volvió a demostrar y es un 'aviso' de los merengues.
Y es que el City no compareció en la prórroga. Tampoco lo hizo el Chelsea y el PSG murió después del primer gol de Benzema. No puede ser casualidad ni se puede culpar solo a la suerte. No es demérito del rival y sí mucha fe de los madridistas, que se lo creen y empujan hasta el final. Bastante hay que aprender, bastante hay que creer... porque el Real Madrid puede ganar una nueva Champions League cuando en París, el 15 de febrero, le daban por muerto.
La fe del Madrid
Son remontadas épicas y, salvo el partido en Londres, el Madrid lo ha sufrido todo. Contra el City, con el gol de Mahrez, se vinieron abajo y comenzaron los 'runrunes' del público, pero apareció Courtois para salvar la enésima oportunidad de la suerte y después Mendy en línea de gol también para salvar a los suyos. De forma inexplicable y basándose, una vez más y como siempre, en la fe inagotable de los madridistas.