Apenas hacía unos minutos que el FC Barcelona había recibido el primer gol, obra de un penalti inexistente que señaló el árbitro sobre Cristiano Ronaldo, y en el minuto 20 llegó el segundo tanto de los 'bianconeri'. McKennie remató de forma acrobática, al fondo de las mallas, una gran jugada ofensiva de una Juventus con mucha confianza tras el gol inicial de 'CR7'.
La Juventus ya mandaba por 0-2 en un inicio de partido perfecto y soñado para los de Andrea Pirlo, que hacían sangre aprovechando la apatía defensiva de un Barcelona que sigue hundiéndose, ahora también en Champions League. Todo el buen trabajo realizado en las cinco jornadas previas se fue al traste con el 0-2, que ya fue imposible de levantar para el Barça.
McKennie entró totalmente libre de marca al área para rematar, mientras los compañeros de Ter Stegen le seguían con la mirada. Contando los dos goles encajados frente al Cádiz, cabe destacar que el Barça ha encajado cuatro dianas en apenas 110 minutos de partido. Otros partido en el que se reciben goles en contra, aunque en los dos duelos anteriores de la Champions se lograse dejar la portería a cero.
¿Cuál es la causa de todo este despropósito? Una pizca de mala suerte (el penalti del primer gol de Cristiano no era), falta de confianza y de concentración en el segundo gol y, seguramente, también la impotencia y rabia acumuladas. Ese sentimiento de 'quiero y no puedo' está atando de pies y manos a los jugadores del Barça, mermando sus energías y haciendo que la motivación e ilusión por ganar también mengüe.
A este Barça le falta fortalecerse mentalmente
Y, si no se sale de esa inercia perdedora cuanto antes, pintarán bastos para el Barça ya no sólo en LaLiga, sino también en Europa. El gol de McKennie, sin restar méritos a la Juventus, es una prueba más de que este Barça no tiene la fortaleza anímica suficiente para conquistar el mundo como lo han hecho otros Barça, los de Rijkaard, Guardiola o Luis Enrique en los últimos tiempos.
La plantilla tiene calidad, talento y es más profunda que en años anteriores, más allá de que se hayan ido 'vacas sagradas' este pasado verano y hayan llegado algunas jóvenes promesas aún por cuajar. El caso es que da la sensación de que, cuando le toca remar a contracorriente, este Barça no es capaz de llegar a la orilla. Falta sangre, voluntad y fortaleza mental. Y eso, como todo, también se entrena y es fruto de la experiencia.