La propagación del coronavirus obligó al mundo del deporte a suspender todas sus competiciones durante unos meses para evitar que la pandemia siguiese creciendo. Hace pocos días, los partidos de la Bundesliga alemana se reanudaron y en las próximas semanas le seguirán LaLiga Santander española, la Serie A italiana y la Premier League inglesa, todas ellas apretando su calendario para que haya tiempo para que se jueguen todos los partidos.
El plan pasa porque primero se terminen las competiciones domésticas y posteriormente, en el mes de agosto, se juegue lo que resta de la Champions League. La máxima competición continental, naturalmente, también sufrirá cambios en ese calendario, acortando el número de partidos para que se puedan jugar todos antes del inicio de la nueva temporada.
De hecho, una vez se disputen los partidos restantes de octavos de final, el resto de la competición podría disputarse a partido único en un estadio neutral. El hecho de que los equipos pierdan los ingresos por taquillas hace que esta posibilidad sea viable y todo apunta, según varios sectores de la prensa, que la ciudad de Lisboa, capital de Portugal, podría albergar los partidos de cuartos, semifinales y la gran final.
La UEFA decidirá el día 17 de junio cuándo y cómo acabará la competición, aunque parece que finalmente la capital lusa será la sede de la competición, que inicialmente debía jugar su final en Estambul (Turquía) pero que estaría a punto de renunciar por motivos económicos. La final, además, debía celebrarse el 29 de agosto pero hay presión de los clubs para tener más tiempo entre la disputa de esa final y el inicio de la siguiente temporada, que estarán casi solapados.
El Barça debe mejorar para aspirar a la Champions
El FC Barcelona pretende dar el golpe en la Champions League, aunque el equipo debe mejorar para ser competitivo contra los más grandes. El cuadro de Quique Setién no ha mostrado, por el momento, ni la consistencia defensiva ni el potencial ofensivo que tenía antaño. La velocidad de circulación del balón no es lo suficientemente rápida, algo que hace que el equipo sea previsible en ataque y quede expuesto en los contragolpes.
El antídoto para todo ello es el enorme talento que tiene la plantilla culé, aunque también deberá tener mejor suerte con las lesiones que la que ha tenido hasta el momento (algo difícil tras el parón). Los técnicos y los jugadores saben que este equipo tiene potencial para hacer frente a cualquier rival, motivo por el que se espera que el nivel de juego mostrado hasta final de temporada vaya de menos a más. Además, el equipo parece que ha vuelto muy fresco mentalmente.