Conviven dos realidades muy opuestas en el FC Barcelona. Por una parte, se encuentra el optimismo de una nueva era con Ansu Fati como gran referente. Sin embargo, por el otro está el pesimismo de ver cómo Coutinho, la ficha más alta de la plantilla y el fichaje más caso de la historia del club azulgrana, sigue sin rendir dentro del terreno de juego.
Regresó la joven promesa del Barcelona tras 323 días de baja. El delantero saltó al césped del Camp Nou con fuerzas renovadas, y tuvo su recompensa con un gol que celebró todo el estadio. Su sonrisa y su juego le delataron. Fue feliz. Dejó atrás finalmente el calvario que lo tuvo alejado del balón. Ahora, Ansu es consciente de lo que necesita el equipo y está preparado para asumir el reto de comandar a un equipo que ha perdido al mejor jugador de su historia en el último verano.
Ocurre todo lo contrario con Coutinho. Ronald Koeman ya le ha brindado cuatro oportunidades, y en ninguna de ellas se ha evidenciado siquiera un ápice de ese futbolista que encandiló con su talento en su paso por el Liverpool. En su reaparición ante el Bayer, Coutinho se vio inmerso en un ambiente de decaída ante la superioridad alemana y no pudo hacer nada.
Sin embargo, no todo ha sido grises para el delantero brasileño, que sí pudo exhibirse ante el Granada. El técnico holandés le dio la titularidad y le sustituyó en el minuto 60 tras una actuación muy pobre. Frente al Cádiz jugó 22 minutos y ante el Levante, 59.
Tiempo de respuesta
No fue suficiente. No basta. No hay rastro de Coutinho en el momento que el cuadro azulgrana más lo necesita. A él y a Ansu Fati. Este miércoles será decisiva su participación. Tiene la responsabilidad de responder ante un equipo que debe sacarle puntos. Cuenta con la oportunidad, y el equipo, pare redimirse. El barcelonismo lo espera.