El Barça, un equipo que resiste contra viento y marea

Una gloriosa remontada, la segunda de la temporada, se explica por muchos factores, pero el principal deviene de la unión del vestuario con un cuerpo técnico en sintonía. El FC Barcelona ha vivido muchas noches mágicas en el Camp Nou, aunque ninguna había sido celebrada sin público presente. El aliento incesante de los presentes siempre era un  factor contra los rivales. Sin embargo, el conjunto azulgrana pulverizó al Sevilla desde el impecable planteamiento táctico y el partido en lo futbolístico, hasta el convencimiento de remar todos juntos hacia un mismo fin: la remontada.

Sobre la alfombra verde, piña de los jugadores y los ya habituales gritos de Piqué armando el compromiso con sus compañeros. En el banquillo, Ronald Koeman apenas estuvo quieto mientras trascurrían los minutos al límite del área técnica, y con corazón ‘latino’ le tocó contestar a un alterado Julen Lopetegui y los suyos con un contundente marcador de 3-0. En el ambiente se respiraba la zozobra de cara al partido, pero un aire de esperanza no dejó de llenar los pulmones de los culés que hasta el último minuto buscaron la victoria.

Griezmann, lleno de nerviosismo

Antoine Griezmann continuamente ha sido blanco de críticas, pero nunca se le podría recriminar su implicación con el equipo. La primera mitad la vio desde la grada, sin conseguir si quiera sentarse en su banquillo. Inquieto, gesticulando y notablemente con ganas inmensas de reivindicarse sobre el césped. Apenas llegó el gol de Dembélé, contuvo la euforia por el interludio entre el asombro por la gran acción del francés que solo había conseguido el cincuenta por ciento del objetivo.

Entretanto, en el palco se evidenció la imagen de los tres candidatos a la presidencia del Barcelona. Uno de ellos se sentará en la silla del máximo mandatario de la institución azulgrana este domingo 7 de marzo. La mascarilla fue la mejor aliada para mantener la compostura, por lo que la alegría inmensa se vivió por dentro.

Lo que posiblemente pensó Rakitic

Ivan Rakitic le tocó vivir el reto desde la grada, donde animó a sus compañeros a conseguir el triunfo. Cuando le tocó calentar en la banda, saludó a sus ex compañeros en el estadio que fue su hogar por años, y donde en esta oportunidad le correspondió sufrir una gesta tan significativa como de la que había sido partícipe en ese mismo escenario ante el PSG. Es importante resaltar que aquel día el croata estuvo inmenso, aunque cuando marcó Sergi Roberto ya había sido sustituido.

La alegría 'maradoniana' de Piqué

Un resultado heroico no tiene el mismo sabor sin un gol al último minuto. Y por lo general suele ser de un protagonista inesperado. Piqué apareció con la testa, pero puso todo el corazón y lo celebró hacia la cámara, enfervorizado y recordando a la de Maradona en el Mundial de 1994. Fue en ese instante cuando la locura tuvo rienda suelta, los jugadores se ponían las manos sobre la cabeza, y los más ‘veteranos’ con la sensación de piel de gallina por ya haberlo vivido antes.

La diana de Braithwaite se festejó menos, debido a la incertidumbre por un posible gol del Sevilla que significaba la estocada final de un inspirado Barça. Cuando Sánchez Martínez pitó el final, fue cuando la alegría nuevamente se volvió a desbordar. La plantilla azulgrana se encontró entre abrazos, pero el de Koeman con Messi indudablemente fue el más icónico. Este cuerpo técnico y el vestuario han sufrido, han sido incontablemente blanco de críticas, algunas veces con razón, pero se han mantenido unidos y a flote. Los jugadores culés creyeron en su técnico desde el primer día, en su legitimidad para proponer nuevos sistemas de juego. El vestuario está fuerte y sólido, solo así se explican esta clase de remontadas, contra viento y marea.