Durante los últimos meses, el fútbol está premiando el juego colectivo. En las victorias del Chelsea en la Champions League e Italia en la Eurocopa se intuye una tendencia. Un camino hacia lo coral para competir. A dicha presunción se aferra el FC Barcelona, para aprender a vivir sin Lionel Messi. A una idea de equipo a las antípodas del Paris Saint-Germain, bautizados ya como los nuevos galácticos.
Hace años que el club azulgrana fue concediendo licencias a sus estrellas. A Pep Guardiola se le entendió todo y a Luis Enrique, cuyo éxito se derivó del increíble funcionamiento de sus tridente. Ronald Koeman tiene ahora un problema que puede ser una oportunidad: Una plantilla sin una estrella capaz de simplificar el camino a la victoria.
Koeman cuenta con un grupo dispuesto a ser un verdadero equipo, y quedó claro en los primeros 30 minutos ante la Real Sociedad. Una prometedora puesta en escena, que se explica a partir de Memphis. El holandés, el talento más puro que le queda al equipo, fue el primero en correr hacia atrás. Su actuación asombró a la afición por su insultante osadía.
Una plantilla que ilusiona
A una camada de brillantes jóvenes jugadores que exhibieron una gran campaña y que regresan motivado a disputar la que arrancó este domingo, se les unen cuatro fichajes de gran calidad, y especialmente uno está acaparando los focos: Memphis Depay. El delantero holandés parece ajeno a la salida de Messi y a la caída anímica del club. Ha llegado con ganas de hacer suyo el equipo y no siente miedo.
El gol de Gerard Piqué, la actuación de Eric Garcia, y el partidazo que se mandó Martin Braithwaite, son los elementos que han ilusionado a los aficionados del Barça que, al minuto ‘10’ brindaron un homenaje a Lionel Messi, pero que al término del partido los desbordaba la emoción tras el definitivo 4-2.