El manejo del FC Barcelona, que estuvo en manos de bartomeuJosep María Bartomeu desde mediados de 2014 hasta finales de octubre de 2020, no solo fue opacando el brillo del que presumía el club. También la inestable gestión dejó secuelas negativas en la estrella encargada de proveer de esa luz al conjunto azulgrana y que, a su vez, brilla con luz propia: Lionel Messi.
Si bien los primeros momentos del paso de Bartomeu por los despachos presidenciales del equipo no fueron del todo malos, puesto que se fichó a jugadores que terminaron siendo la columna vertebral del Barcelona durante varios años y se firmó un 2015 brillante con cinco títulos obtenidos, a partir de 2016 los resultados deportivos dejaron, progresivamente, de acompañar a un club que venía acostumbrado a competir por todo. Sin importar el técnico de turno, el aumento del palmarés culé se empezó a basar únicamente en la obtención de títulos locales, hasta que ni siquiera esos se pudieron conseguir.
Pero lo doloroso no solo ha sido solo la reducción de la cantidad de títulos obtenidos en los últimos años, sino también las formas en las que el Barcelona ha visto cómo sus ilusiones por ganar una nueva Champions League desaparecen. Dos remontadas inexplicables, ante la Roma y el Liverpool, tras haber goleado en la ida, sumadas a la fatídica Debacle de Lisboa, en la que el Bayern Múnich llenó de goles el saco del Barça, esfumaron las esperanzas culés durante los pasados tres años.
Todo este proceso, resultado de una nefasta gestión en cuanto a fichajes, construcción del equipo y, sobre todo, en cuanto a las polémicas extradeportivas, fueron apagando a Messi y al resto del equipo. Pero el argentino, en su condición de mejor jugador del mundo y, probablemente, de la historia, significa un dolor especial para el entorno azulgrana, ya que sus años dorados no fueron tan productivos como pudieron haber sido.
Bartomeu fuera: luz al final del túnel
Un nuevo respiro puede llegar al Camp Nou tras la dimisión de Josep María Bartomeu como presidente del Barcelona, puesto que, con una mejor dirección general, el Barcelona debería retomar el rumbo extremadamente ganador que mantuvo hasta 2015. Por supuesto, parte de este nuevo alumbrado que puede alcanzar el club, de salir del túnel en el que aún se encuentra, pasa por la vuelta de la mejor versión de Messi, quien, a pesar de contar ya con 33 años, tiene aún mucha calidad y magia en los pies.
Duele haber perdido el mejor tiempo del argentino, quien vivió entre sus 28 y 33 años, la incorrecta gestión de Bartomeu y ganó en ese periodo, solo 13 títulos, cuando pudieron ser muchísimos más. Pero la luz al final del túnel se acerca, con la llegada de una nueva y más concreta gestión que vuelva a alumbrar al Barcelona y provea a Messi de los implementos para fabricar, durante sus últimos años de carrera, la luz que ilumine nuevamente su camino y el del club de sus amores.