El FC Barcelona afronta el tramo final de la temporada con sensaciones positivas y con la posibilidad de mantenerse en la carrera para ganar algún título. LaLiga y Champions League continúan siendo posibles y los catalanes ya han demostrado que están en condiciones de meterse en la 'batalla', algo que hace poco más de dos meses parecía una utopía. El salto de fe y el paso adelante de todo el vestuario ha sido la llave para que el cambio sea pronunciado y se estén jugando la posibilidad de volver a unas 'semis' europeas por primera vez desde 2019. 

Aún queda mucho camino por delante, pero en estos próximos diez días habrá una visión mucho más clara de lo que pueda conseguir el equipo en esta temporada, porque recibirán al Paris Saint-Germain, el martes, para la vuelta de los cuartos de final y visitarán al Real Madrid, el domingo, en el Santiago Bernábeu para la disputa de la jornada 32 de LaLiga que puede ser decisiva para definir las opciones o no de una posible remontada. Los blaugrana se ven muy capaces de conseguir ambos objetivos, porque están en un muy buen momento y, además, han encontrado el equilibrio. 

Un cambio de libreto notorio en el Barça

Y es que el equipo ha dado un importante salto con respecto al mes de enero, en el que parecía que iban a 'sufrir' por meterse en la próxima edición de la Champions. Han sido muchos los ajustes que ha completado el cuerpo técnico de Xavi Hernández que han derivado en una mejoría colectiva desde entonces. El primer punto a favor ha sido la efectividad defensiva. A pesar de que el PSG anotó dos goles en poco más de dos minutos, el Barça fue capaz de contener a su máxima estrella, Kylian Mbappé, y permitió pocos acercamientos al área de Ter Stegen. 

Hay muchos protagonistas en este apartado, desde el subidón de nivel de Jules Koundé, muy criticado en el primer tramo de la temporada, hasta la irrupción de un Pau Cubarsí que a los 17 años se ha convertido en un titular indiscutible y un 'muro' a nivel defensivo. Se ha complementado con la experiencia de Ronald Araújo y es uno de los jugadores más fiables en la retaguardia. Se han visto beneficiados, también, del rol que pueden desempeñar Andreas Christensen o Sergi Roberto como mediocentros, porque aportan más consistencia y son capaces de replegarse más fácilmente. 

Gündogan como principal referencia

Siempre aparecen como el tercer hombre en tareas de repliegue y ha sido una clave para que el Barça no quede en inferioridad numérica a la hora de defender. Como efecto dominó, ha provocado que lo dos futbolitas que se posicionan como interiores tengan mucha más libertad para sumarse al ataque y puedan marcar diferencias. El caso más importante ha sido el de un Ílkay Gündogan que se ha vestido como el líder silencioso del equipo y quien lleva los hilos en el centro del campo. Contra el PSG dejó una exhibición que no ha sido más que una continuidad de lo que ofrece semana tras semana. 

El no tener que replegarse constantemente ha sido un bálsamo para Gündogan, porque ha encontrado la forma de minimizar los errores que cometía antes y es capaz de concectar con los delanteros en todo el partido. Está más 'pegado' al ataque y distribuyendo juego. No es 'casualidad' que esté más consolidado que nunca como el jugador con más ocasiones creadas en Europa. Su dominio lo completa un Raphinha que, ante las bajas de Pedri o Frenkie de Jong, se ha quedado como un titular indiscutible en el XI. 

Paso adelante de los atacantes

La diferencia es que ha comenzado a aparecer como parte del cuadrado, por la izquierda, para que actúe más como un cuarto centrocampista. Un rol muy parecido al que 'otorgó' Xavi Hernández a Gavi en su momento. El internacional con Brasil encuentra más fácil el camino hacia la portería rival y también ha estado mucho más fino en el último pase. Suma tres goles en sus últimos dos partidos, para ponerlo en contexto. La 'revolución' la completan Robert Lewandowski y Lamine Yamal. 

El delantero polaco, después de un 2023 muy gris, ha recuperado su versión más efectiva. Tanto de cara a la portería rival como a la hora de generar superioridades y ventajas para beneficiar a sus compañeros. En París se vio la mejor prueba de ello en un partido en el que, aunque no anotó, fue muy inteligente y se 'salió'. En el caso de Lamine Yamal, ha ido en ascenso hasta convertirse en una referencia a pesar de sus 16 años. Es el encargado de dinamizar, dar velocidad y condicionar al rival en la banda.