Douglas acabó contrato y ha dejado de ser oficialmente jugador del Barça

El FC Barcelona ha hecho muchos malos fichajes a lo largo de su historia, igual que todos los equipos del mundo. Los culés aciertan con sus incorporaciones en muchas ocasiones, pero otras terminan siendo un fracaso total en lo deportivo, en lo económico o en ambas facetas. En el caso de Douglas Pererira se podría decir que solo ha sido en lo deportivo.

El lateral derecho brasileño llegó al Camp Nou de la mano de Andoni Zubizarreta en el mercado de fichajes de la temporada 2014-2015. El Sao Paulo recibió cuatro millones de euros por el carrilero, que aterrizó en Barcelona para intentar aportar su granito de arena desde la suplencia. Un fichaje extraño de un futbolista que hasta ese momento era un total desconocido para casi todo el mundo.

Cinco campañas después ya se puede decir sin miedo a equivocarse que la de Douglas ha sido una operación pésima. El defensa apenas ha jugado en sus años en el Barça y solo se puso la elástica blaugrana en ocho ocasiones, siendo la Copa del Rey la competición en la que tuvo más oportunidades. De hecho, ni siquiera en Copa pudo jugar los 90 minutos en todos los choques.

Se pasó dos temporadas en el Barcelona a medio camino entre la grada y el banquillo. Al ver que Douglas no era futbolista para un club tan grande como el Barça, se tomó la decisión de prescindir de él momentáneamente y se le mandó cedido al Sporting de Gijón. En Asturias sí tuvo más continuidad y no hizo mal año, pero insuficiente para quedarse en el Camp Nou.

Tras la cesión al Sporting, ha encadenado dos más consecutivas, la del Benfica y la del Sivasspor. Ahora, a uno de julio de 2019, Douglas es por fin libre de negociar un contrato con el equipo que esté interesado de verdad en él. El brasileño ya no es jugador del Barcelona, que se libra de tener que seguir buscándole equipo curso a curso.

Douglas, un fichaje fallido 

A nivel deportivo nadie va a entender nunca que Douglas haya pasado cinco años siendo futbolista culé. El carrilero nunca ha tenido la calidad ni el carácter suficiente como para ello y su fichaje sigue siendo un sinsentido. Económicamente fue barato, solo cuatro millones de euros, pero ni siquiera esos cuatro 'kilos' se han rentabilizado. En resumen, uno de los peores fichajes de la historia reciente barcelonista.