Todavía queda mucho para valorar la temporada del FC Barcelona, pero de momento en el primer tramo del curso ya se pueden sacar algunas conclusiones positivas. Los azulgrana se han levantado después de unos meses complicados y están creciendo en su juego, y varios jugadores señalados han vuelto a ser decisivos.

Las marchas de Luis Enrique y Neymar, junto a la llegada de Ernesto Valverde, han supuesto un cambio radical en varios futbolistas, y uno de los que más lo ha notado ha sido Jordi Alba. Él mismo reconocía su mejoría en una entrevista reciente, y achacaba gran parte del mérito a la libertad que suponía no tener al brasileño por delante, un hecho que le libera en tareas ofensivas.

Pero lo cierto es que las sensaciones del lateral han cambiado mucho de una temporada a la otra, coincidiendo también con un desgaste de su relación con el asturiano y un reinicio con el desembarco del Txingurri. La dureza del preparador gijonés y su solución temporal de colocar una alineación con tres defensas acabaron por desesperar al canterano, que acabó con un rebote considerable y condenado al banquillo.

Cuestión de números

Pero además de un resurgimiento sobre el césped que ha extendido a la selección española, los números hablan por sí solos. A estas alturas del curso, Jordi Alba apenas se ha perdido un par de partidos por lesión y otros dos por descanso, acumulando un total de 1.245 minutos. La campaña anterior, por las misma fechas, llevaba 647 y una incidencia menor en el balance goleador del equipo, a pesar de haber empezado también 'tocado'.

Los ajustes de Ernesto Valverde en el Barça han convertido al lateral izquierdo en uno de los mayores asistentes del conjunto azulgrana, en el que ha repartido ya cinco pases definitivos. En la temporada pasada llevaba uno. Al futbolista de L'Hospitalet no sólo le avalan las estadísticas, y es que está en un momento de forma difícil de alcanzar. Y que le dure.