El 10 en la espalda de un culé tiene historia y no hace falta remontarse muy atrás en el tiempo, porque en el presente siglo las cosas han salido de maravilla en los más recientes casos con Ronaldinho y Messi, a la espera de lo que pase con Ansu Fati, el heredero del dorsal y también la responsabilidad.

Ronaldinho apareció con goles, regates y magia, una sonrisa que atrapó a todos en el campo y hasta consiguió ser aplaudido en el Santiago Bernabéu tras destrozar la cadera de Sergio Ramos y Helguera hasta en dos ocasiones, algo que no se olvida tan fácil y que pasó a la historia del fútbol en el mundo.

Messi no se queda atrás. El argentino fue escalando con dorsales distintos mientras Ronaldinho le daba asistencias, pero un buen día apareció Guardiola para dar un cambio de ciclo importante en el que la pulga portaría el 10 y de ahí en adelante fue un atropello a los rivales, dando cátedra de cómo se maneja la pelota en el campo.

El final del brasileño no fue el mejor justo por la llegada de Messi, al que Pep quería darle todo el peso del equipo y además aislarlo de cualquier posibilidad de desviarse en temas de disciplina y concentración. La despedida rumbo al Milan fue más rara que la propia decisión del técnico en no tratar de recuperarlo.

Con Messi no cambia mucho el tema porque también su despedida fue en medio de la irrupción de Ansu Fati, el nuevo 10. No era el plan salir de uno y quedarse con el otro, pero las cosas pasaron de esta manera y de momento, el nuevo mago llegó con fuerza, frase que aplica para su etapa previa a la lesión y también la actual.

Irremplazables

Ronaldinho tenía una magia particular que con su inventiva le convirtió en el mejor jugador del mundo durante los años como culé, incluso el último. Con Messi, regateador natural, también se estableció un sello único que al parecer tendrá Ansu Fati, un jugador más frontal y de fuerza, pero que también va labrando su camino como jugador irremplazable.