Mateu Lahoz es un colegiado conocido internacionalmente por su estilo de arbitraje 'permisivo' con las entradas teóricamente de los jugadores de todos los equipos, siempre y cuando no sean malintencionadas ni demasiado duras. Siempre opta por dar fluidez al juego y se olvida de pitar algunas faltas claras que cualquier otro árbitro, en la mayoría de ocasiones, sí pitaría.
La flexibilidad con el silbato, sin embargo, desapareció este jueves ante la más mínima protesta de los jugadores del FC Barcelona. Y es que, a las primeras de cambio, Mateu Lahoz mostró en la primera mitad del Barça-Espanyol cartulinas amarillas a Luis Suárez y Leo Messi.
En el caso del uruguayo por protestar un simple saque de banda con insistencia, mientras que a Leo Messi por un comentario que se desconoce, pero que parece que tampoco gustó al encargado de impartir justicia sobre el terreno de juego.
Antes de que terminara la primera mitad, Jordi Alba también vio una discutible tarjeta amarilla por una entrada que, aunque era algo dura, suele ser el tipo de entradas que tanto cuesta sancionar cuando los jugadores del FC Barcelona son quienes las reciben.
El Barça, más limpio pero más amonestado
La cuestión es que el Barça, practicando un juego muy limpio -inmaculado- y dominando la posesión del balón en un 73% durante la primera mitad, paradójicamente se marchó al descanso con tres tarjetas amarillas en contra, por tan sólo una del Espanyol. Piel muy fina de Mateu Lahoz, que a medida que fueron pasando los minutos, eso sí, se relajó un tanto. "Menos mal", seguro que pensaron algunos culés en las gradas.