MÁXIMA PRECAUCIÓN EN EL CAMP NOU
Las conclusiones de un Barça sin doblete: Hay que hacer cambios, pero no revoluciones
Publicación:26/05/2019 - 01:34h
Actualización:26/05/2019 - 01:38h
El FC Barcelona acabó la temporada 2018-19 con malas sensaciones, y se enfrentará a un verano muy movido. Con dos títulos más y muchas dudas hay que buscar soluciones para mejorar, pero hay que valorar lo que ya se tiene y no dejarse llevar por el calentón
El FC Barcelona cerró la temporada 2018-19 con un sabor agridulce, pese a que logró dos títulos de los cuatro que se jugaba. El verano llega con malas sensaciones porque la Supercopa de España y LaLiga acabaron en las vitrinas del Camp Nou, pero se escaparon una ansiada Champions y, después del digusto europeo, también la Copa del Rey. Ahora ha llegado el momento de buscar soluciones, pero no hay que caer en revoluciones.
En primer lugar, los culés deben valorar lo que se tiene, porque en un mundo de máxima exigencia, la campaña es casi para enmarcar. Dos trofeos en el zurrón, una semifinal y una final, algo que en momentos de bajón, en la Ciudad Condal era impensable. No se trata de conformarse, para nada, pero sí de aparcar los análisis simplistas y mirar más allá de las simples derrotas.
En segundo lugar, evidentemente, toca reflexionar y buscar soluciones, porque la obligación es el pan de cada día en un conjunto barcelonista en el que siempre se quiere ganar, y en el que, después de probar la gloria de dos tripletes, cualquier botín que no sea hacer un pleno va a saber a poco. Los extremos no son buenos, y es por eso que la ventana estival hay que enfocarla con mesura.
Lo que está claro es que este equipo ha tropezado poco, pero cuando lo ha hecho, ha sido doloroso. Recordaba no hace mucho el mismísimo Leo Messi que fallar en Roma y Liverpool es imperdonable, pero que pese a ello, se han perdido en Europa apenas dos partidos en dos años, algo que invita a pensar que las revoluciones no son buenas y que sí que hay que hilar más fino para acertar.
Lo que está igualmente claro es que el vestuario tiene necesidades muy obvias, y que deben cubrirse con urgencia. No se trata de fichar por fichar, sino de estudiar qué hace falta y traerlo sin demora. La cuenta es bastante sencilla, ya que los últimos partidos han señalado que un delantero centro, un lateral izquierdo y un pivote son más que necesarios, además de un Matthijs de Ligt que es una gran incorporación estratégica, de presente y de futuro.
Lo que no se puede permitir es que con una columna vertebral tan veterana, la plantilla sea tan corta, porque rondando la treintena y jugando mucho, a Sergio Busquets, Ivan Rakitic o Luis Suárez, el curso se les hace demasiado largo. Incluso a otro intocable como Jordi Alba se le ha visto muy justos de fuerzas en dos encuentros decisivos, y su temporadón se ha visto afectado por los errores contra Liverpool o Valencia. Tocará hacer un esfuerzo en la gestión de minutos, pero vale más la pena que llegar a los momentos clave tan justos de gasolina.
También hay que destacar que los jóvenes merecen más espacio, porque las buenas sensaciones que ha confirmado Clément Lenglet, hay que reforzarlas con los Arthur, Aleñá, Oriol Busquets o Abel Ruiz, se llamen como se llamen y vengan de donde vengan. Con paciencia y sin prisa, pero también sin pausa, con esa voluntad de proteger que tiene Ernesto Valverde pero también quitando algo de precaución, porque en el Barça hay que saber convivir con la presión.
Valverde tiene culpas en el Barça, pero es injusto dárselas todas
A la tentación de encontrar culpables directos se le ha puesto nombre y apellidos, pero es injusto señalar sólo a Ernesto Valverde. No hay que olvidar que recogió un equipo muy tocado y lo ha devuelto a la senda de los títulos, quitándole algo de brillo pero aportándole una solidez y un saber hacer que hacía mucho que no se le veía.
El extremeño es como es y está intentando adaptarse, pero no puede cambiar totalmente su forma de pensar. Su segunda campaña al frente del Barça ha evolucionado respecto a la primera, con más rotaciones, más descanso y una mejor gestión del vestuario, aunque siempre tirará de sus hombres de confianza y esa precaución con las promesas va a ser difícil de abandonar.
Pero hay que recordar que el entrenador no juega, y en noches como las de Anfield, poco se le puede discutir. Con mejor o peor planteamiento, los azulgrana hicieron una primera parte aceptable y se hundieron tras el descanso, con un último gol lamentable que hace pensar que las explicaciones a esa debacle -a la que llegaron mucho más descansados que a Roma- son casi imposibles de encontrar.
Es por todos estos motivos que hay que pensar en soluciones, y no en revoluciones, porque jugar a la PlayStation está muy bien pero en la realidad no se puede tirar todo un proyecto de la noche a la mañana. Este grupo tiene cosas muy buenas y algunos defectos que corregir, y mientras siga ganando hay que ser positivos y tratar de reaccionar. En las victorias es muy fácil celebrar, pero en las derrotas es cuando el calor de la afición hace más falta.