Si algo faltaba para terminar de hundir al Barcelona era un gol de Suárez, aunque lo diremos en voz baja porque no sea que Griezmann salga enchufado de la banca. Cerca del final del primer tiempo el Atlético extendió la ventaja en el juego para sentenciar momentáneamente el partido.
Una vez más la zona izquierda rojiblanca fue letal para desarmar el carril derecho culé, que tiene a Mingueza exprimido ante los constantes ataques de Joao y Lemar a fuerza de velocidad y toques. La jugada comienza en un ataque que no soluciona bien Depay y pierde el balón en la raya.
Joao sale con la pelota disparado y en lo que ve el carril abierto por izquierda habilita a Lemar con un pase largo al que no llega nadie, dejando a Piqué solo ante el francés. Por detrás del defensa culé corría Luis Suárez, al que le llegó la pelota por aire para dominar a placer y vencer a Ter Stegen tras variaos amagues.
La llave Lemar-Joao está tan afilada como la defensa del Barcelona está oxidada, porque no logra concentrarse durante diez minutos corridos y pasa sustos que son bastante discutibles, como el gol del uruguayo, que nace del mal posicionamiento de la línea de fondo pese a que haya sido una contra.
Hasta ahora, ni Dest ni Depay han logrado hacer retroceder a los rojiblancos en su empuje, anulados por completo en cada intento de ataque que termina con el holandés muy solo tal como en la jugada del gol, que la pierde al verse rodeado en una de las líneas laterales.
La grada hierve
Por un lado los Atléticos se inflan de orgullo y felicidad viendo que Suárez sentencia al Barcelona, esperando que la noche sea redonda con Griezmann. En los culés, quieren que el partido termine ya y Koeman ya no sabe qué otra cosa golpear en su silla ante los errores del equipo.