A pesar de que la plantilla del FC Barcelona se ha esforzado por sacar conclusiones positivas del empate contra el Valencia, que las hubo, también quedaron algunas negativas, como la que afecta a Gerard Deulofeu. El canterano tuvo una nueva oportunidad en Mestalla, y se le escapó por una desconexión a la que no fue capaz de poner remedio.
Después de un inicio de temporada irregular, el de Riudarenes parecía haber recuperado la confianza tras algunas jornadas de descanso cortesía de Ernesto Valverde, aunque lo que entonces fueron aciertos de nuevo se han tornado en imprecisiones. La falta de continuidad también le ha pasado factura al catalán, cuyo rendimiento ha pasado de llevar una línea ascendente a caer en picado en la última salida del conjunto azulgrana.
Porque tras saltar al campo en el minuto 68 sustituyendo a Ivan Rakitic, Deulofeu se perdió en todos los aspectos del juego, entrando en faltas innecesarias fruto de su propia desesperación. No se le puede criticar el esfuerzo al intentar cada jugada, pero no le salió ni una. Pases sencillos fallados, resbalones, malas decisiones y apenas un par de buenas intenciones se apuntaron en su hoja de servicio el domingo. Para olvidar.
Futuro incierto
Está por ver si Gerard Deulofeu es capaz de luchar por volver a levantarse como hizo hace algunas semanas y demostrar que puede ser importante en lo que queda de curso, algo que hoy por hoy parece una opción complicada. Aún sin un Ousmane Dembélé cada día más cerca de volver de su lesión, Alcácer y sobre todo Paulinho se han adaptado mejor a las exigencias de Valverde.
La calidad del futbolista gerundense es indiscutible, pero debe ser consistente para hacerse un hueco en un equipo con los mejores jugadores del mundo. No es la primera vez que declara que es muy consciente de sus posibilidades, pero debe traducir su convencimiento en rendimiento sobre el césped. Está en sus manos.