A pesar de que son los que merecidamente suelen acaparar los focos, los títulos no sólo los ganan las estrellas y es que hasta los equipos grandes necesitan, valga la redundancia, a su equipo. Parecía que le quedaban pocos meses en el vestuario del FC Barcelona, pero Ernesto Valverde le dio una oportunidad frente al Sevilla y Paco Alcácer se agarró a ella.

Para empezar, evidente es su mérito en dos goles marca de la casa, abriendo la lata y sentenciando cuando los suyos lo estaban pasando peor. Respondió al recital de ocasiones azulgrana aprovechando un desafortunado pase de Sergio Escudero, y si buena fue su definición, casi mejor fue la segunda, cuando coronó un gran centro de Ivan Rakitic donde le gusta, en el corazón del área.

Pero simplemente citar sus goles sería dejar el relato incompleto, ya que el valenciano aportó mucho más en su gran noche como barcelonista. Cuajó un partido de los que no se le recuerdan, y hay que añadir acciones como un buen movimiento que casi deja solo a Suárez en el primer tiempo o una jugada individual de pura potencia en el segundo. Se le vio despierto en ataque y atento en defensa, y la ovación que cerró su participación fue más que merecida.

¿Alternativa?

Tras la noche triunfal de Paco Alcácer surgen algunas dudas en el Barça, sobre si su colocación en la banda derecha es un recurso puntual o puede convertirse en una constante. Desde luego sorprendió al Sevilla, pero el derroche físico del de Torrent parece difícil de sostener en varios partidos consecutivos. Ernesto Valverde probó el enésimo de sus experimentos, y si este le salió bien, seguro que habrá tomado buena nota de ello.