Es 19 de julio e inevitablemente tenemos que echar la vista atrás para recordar una de las fechas clave en la historia del FC Barcelona. Posiblemente un día que lo cambió todo. El día que el club azulgrana resurgió de sus cenizas y retomó la ilusión por el fútbol. Olvidó la depresión y se contagió de una de las sonrisas más bellas del fútbol.
Tal día como hoy de 2003, el Barcelona hacía oficial el fichaje de Ronaldinho. El crack brasileño, que por aquel entonces militaba en el Paris Saint Germain, se decidió por el club catalán tras sopesar las múltiples ofertas de otros grandes clubes como el Manchester United o el Real Madrid.
Con este fichaje, el presidente del equipo catalán por aquel entonces, Joan Laporta, conseguía a una estrella para poder hacer frente a los grandes fichajes de su gran rival, Florentino Pérez, sobre todo tras el intento fallido de firmar a David Beckham.
El astro brasileño, que fue clave en el Mundial de Corea y Japón 2002 con la selección de Brasil, fue traspasado a cambio de 27 millones de euros al PSG y firmó por cinco temporadas con la entidad blaugrana. La historia, de sobras conocida: 94 goles y 61 asistencias en 207 partidos, levantando seis títulos con la Champions de París como colofón.
Una sonrisa eterna
Durante unos años el Camp Nou pudo gozar de una magia inédita. De una golpeo del balón sensacional. Una inteligencia sublime. Un físico portentoso. Es difícil quedarse con un sola acción de Ronaldinho. Porque cada partido suyo era un deleite para los amantes del fútbol. Un ilusionista como pocos ha habido en la historia del fútbol.
Ronaldinho fue el ídolo de una generación, y si su cabeza hubiera querido, quizás aún le tendríamos llevando la batuta del Barça, con otro rol, pero en el equipo azulgrana. Aunque a lo mejor su salida era necesaria para que viéramos la explosión de Messi. Y ahora podemos gozar con Neymar, su homólogo.