El Clásico entre el Real Madrid CF y el FC Barcelona se vivió con mucha intensidad en el césped del estadio Alfredo Di Stéfano, pero también en las gradas donde fueron protagonistas tanto el capitán de los blancos, Sergio Ramos, como del cuadro azulgrana, Gerard Piqué, quienes no pararon nunca de alentar a los suyos. El triunfo 2-1 fue para los dirigidos por el francés Zinedine Zidane, pero la victoria no escapó de la polémica y reproches al cuerpo arbitral por parte de los culés durante y posterior al importante compromiso que colocó LaLiga Santander más caliente que nunca.
Lo cierto, es que los suplentes del Barça alzaron la voz y defendieron a sus compañeros como nunca en Valdebebas. Mientras que Ramos fue dirigiendo las acciones de un Madrid que de momento reposa en la cima del campeonato nacional igualados a 66 puntos con el Atlético de Madrid, conjunto que este domingo disputará su partido correspondiente a la jornada 30 ante el Real Betis.
El momento más álgido del partido fue cuando ocurrió una aparente falta de Mendy sobre Braithwaite, que fue reclamada por los jugadores del FC Barcelona y el banquillo, incluido Koeman, pero con mucha más vehemencia por parte de Piqué, quien se retiró del coliseo blanco indignado porque Gil Manzano no accedió a la petición de pitar un penalti que significaba empatar el duelo.
"¡Ya está bien!, "¡Qué vergüenza!", "¡Penalti, penalti!", fueron algunas de las expresiones de los jugadores, quienes encontraron alivio en la expulsión Casemiro en el minuto 90'. Luego, Piqué volvería a saltar de la rabia por el tiempo añadido otorgado. "¡Son cinco minutos!, "¡cinco minutos!", dijo, al argumentar que debieron ser más, luego del retraso generado por el mismo árbitro.
Ramos y Carvajal
Entre tanto, a Ramos y Carvajal solo se les vio fuera de tono cuando se produjo la falta sobre Lucas Vázquez, un choque contra Sergio Busquets, que terminó sacando de circulación al gallego y obligando a Zidane a recurrir a Odriozola. Desde ese momento, el banquillo blanco se activó en defensa de sus jugadores y en medio de un vendaval que puso todavía más encarnizado el duelo.