No es en vano ser el más ganador de Copas del Rey en España, tampoco acumular 3000 minutos esta campaña y seguir firme en una generación de la que solo quedan Messi y Piqué, que ya es bastante decir en un deporte tan ingrato con el recuerdo como lo es el fútbol en la élite y grandes equipos.

Sergio Busquets llegó de la mano de Guardiola a un equipo que necesitaba mediocampo fuerte y su inteligencia se sobrepuso para ser el mejor acompañante posible de Xavi e Iniesta, dos de los mejores en la historia culé. Una vez más, las críticas fueron superadas y ahora sigue siendo de los mejores en el mundo.

Pjanic llegó para darle descanso o incluso sentarlo, Arthur era el heredero y así, muchos nombres desfilaron por un puesto en el que nadie pudo sentarlo y sí, los inicios de campaña vienen siendo muy complicados recientemente para el mediocampista pero termina las temporadas a tope y demostrando su calidad.

Salvo algunos episodios de la temporada se le ha visto más que bien y hace falta ver que todo el equipo falle para que él lo haga. No, no es el Busquets de antes, pero sí, es uno distinto y necesario, porque a base de inteligencia y adaptación, una vez más, es el dueño de la zona medular.

Su papel es muy importante ya que además permite la liberación de Frenkie De Jong, un nuevo atacante descubierto por Koeman que le reconvirtió en goleador de segunda línea además del armador que ya venía mostrando, jugando incluso como defensor central en un esquema donde Busquets, Ter Stegen y Messi son los únicos que no han  tenido que variar en sus funciones en toda la temporada.

¿Se iba?

Al comienzo de la campaña se habló mucho de la posible salida de Busquets tras la llegada de Pjanic, Koeman y su predilección con De Jong y el hecho de que Pedri se quedara en la plantilla, pero finalmente, la decisión acertada se tomó en beneficio de ambas partes y sigue estando en el club.