El FC Barcelona es una montaña rusa, deportiva e institucionalmente, desde hace unos años. Joan Laporta, después de ganar las elecciones presidenciales del pasado 7 de marzo, estaba llamado a ser el 'héroe' de los azulgrana, pero estaba demasiado condicionado por la gestión anterior, protagonizada por Josep María Bartomeu, las deudas, la elevadísima masa salarial y todas las carpetas de urgente que hay en las oficinas. Que parecen nunca acabarse y que, sin lugar a dudas, dejan al club en una delicada situación.
'Jan' estaba respaldado por los grandes éxitos y aciertos en su primera etapa como presidente azulgrana, que terminó con el histórico 'sextete' con Pep Guardiola en los banquillos. Era el hombre para la ilusión y para buscar que el Barça resurgiera de sus cenizas. Seis meses después, tal y como él lo ha definido, el club sigue en UCI y bien es cierto que medio año no es suficiente para levantar a una entidad completa, pero las famosas 'formas' de las que tanto se habló con Bartomeu, siguen presentes en Can Barça.
El comienzo de Joan Laporta ha estado marcado por la improvisación, las promesas y, de cierto modo, decepciones con los resultados. Más allá de que consiguió los avales 'in extremis' y que estuvo peligrando hasta, literalmente, el último momento, el tema de las promesas ha sido el más resaltante, después de todo lo que habló en su campaña presidencial y primeros meses al mando del club, sobre todo por eso de que era el único que podía convencer a Leo Messi de renovar con el equipo.
Demostró, en cualquier caso, que el desconocimiento de la situación real del club, financieramente hablando, era profundo, así como de las políticas de control económico de LaLiga, el 'fair play' financiero de Javier Tebas. Laporta reconoció que pensaba que las medidas eran diferentes, por eso pensaba que podía traer de regreso a Neymar o que Haaland era una opción. Nada más lejos de la realidad y, a pesar de que no habían cifras de la auditoría, resulta inexplicable que los directivos no fuesen conscientes de los números rojos de als cuentas del club y que, en cambio, prometiesen un sinfín de cosas.
La salida de Leo Messi ha sido la gran mancha de los primeros meses de Laporta. No es su culpa, eso está claro. La "nefasta" gestión de Bartomeu y compañía condicionaron todo su margen de acción y para el Barça fue imposible apegarse a la regla '1 a 4' que era la única que permitía la inscripción del argentino (y el resto de fichajes) con la masa salarial al límite. Hay que recordar, si Messi iba a cobrar 40 'kilos' brutos por temporada, el club debía liberar 160 millones de euros. Algo imposible.
No ha sido lo único, no obstante. El tema de Ronald Koeman, entrenador del primer equipo, es un punto resaltante que no hay que olvidar. Después del final de temporada, cuando el Barça 'tiró' la Liga a la basura en las últimas jornadas, los dos se reunieron en el Camp Nou y le avisó: iban a buscar un sustituto, por lo que le pedía un plazo de 15 días para resolver su situación. Un 'papelón' contra una leyenda del equipo azulgrana, independientemente de lo que pasó en la temporada o no.
La situación económica volvió a afectar y, ante la imposibilidad de pagar el finiquito (¿y el castigo a Xavi Hernández por apoyar a Víctor Font?), el club 'reflexionó' y dio continuidad a Koeman. "Se ha reflexionado y se ha decidido dar continuidad a Koeman porque estamos satisfechos de cómo ha ido este periodo de reflexión. Nos hemos conocido más. Ronald ha tenido un comportamiento impecable y se han buscado soluciones a pequeñas divergencias. Que siga es lo mejor para el Barça", explicó en su momento. Tema zanjado y dos fichajes para complacer al neerlandés.
El mercado de fichajes, ¿acierto o pecado capital?
La ventana de transferencias del Barça fue una completa locura. El club, justo después del final de temporada, anunció cuatro fichajes: Sergio Agüero, Eric García, Emerson Royal y Memphis Depay. 'Jan' prometió tres o cuatro más, pero finalmente terminó marchándose el brasileño y llegó Luuk de Jong en la recta final del verano. Lo positivo, en cualquier caso, es que el club consiguió dar salida a jugadores con los que no se contaba: Miralem Pjanic, Konrad de la Fuente, Junior Firpo o Francisco Trincão.
También se fue Antoine Griezmann en el día final del mercado de fichajes, con destino al Atlético de Madrid en una cesión con opción de compra obligatoria de 40 millones de euros. En definitiva, el Barça liberó casi 90 'kilos' en el mercado y eso supone un gran alivio para las cuentas del club, que ya estaban demasiado tocadas.
Los 'milagros' de los capitanes
En la recta final del mercado también se produjeron las rebajas salariales para cuidar más la economía del club. Gerard Piqué, Sergio Busquets y Jordi Alba accedieron a renunciar a un importante porcentaje de sus salarios y a aplazar otro para antes de que acabe su contrato con el club. Se está negociando, ahora, la renovación de Sergi Roberto, que vería también una importante reducción en su sueldo, a pesar de que éste ya era muy inferior al de sus compañeros.
En la bocina, antes del 31 de agosto, Laporta y compañía consiguieron resolver los temas más urgentes, sobre todo en la masa salarial, dejando un 'respiro' al club a nivel económico. De seguir así, los blaigrana podrían plantearse un fichaje en enero. Las grandes inversiones van a tardarse, eso está claro, pero ya no se ven tan lejanas como cuando la masa salarial representaba el 110% de los ingresos previstos.
Para ver cambios, hay que esperar
Es una realidad que el primer medio año de Laporta quedó lejos de las expectativas que el barcelonismo tenía cuando hizo toma de posesión. No obstante, queda margen para actuar, pero es necesario, más que nunca, el realismo y la transparencia con las cuentas y la situación verdadera del club. De allí, que el reencuentro de 'Jan' con los socios, en la Asamblea General que se celebrará a mediados de octubre, sea como poco clave. Las cuentas son necesarias; los 'culpables' también.
Hay que dejar de tapar los huecos y comenzar a mirar hacia delante, pero la verdad tiene que salir a la luz primero. Las promesas son completamente innecesarias, injustas si somos honestos. El Barça no está en su mejor momento, quizá el peor, pero hay que hacer planes claros, que los socios puedan entender. Y solo con las cuentas en manos, la lista de responsables y el plan de acción claro va a ser posible ver la luz, en un futuro cercano, al final del túnel.