Parecía que podía encaminarse hacia un final tranquilo, pero en la historia de Neymar hay emoción en cada capítulo. En el Parque de los Príncipes no descartan renovarle pero ya no cierran la puerta a un traspaso, mientras que en el Camp Nou tampoco renuncian a recuperarle. A sus 28 años, el crack podría firmar el último gran contrato de su carrera, y su futuro podría depender de las decisiones que tome en el verano de 2020.
Según el portal especializado 'Transfermarkt', el de Sao Paulo vale hoy 160 millones de euros. Este precio sube atendiendo a su calidad, ya que sigue generando juego, tiene desborde y gol y cuando está en forma es uno de los mejores jugadores del planeta, ese que un día se consolidó como heredero de Leo Messi y Cristiano Ronaldo. Pero ese precio también baja cuando se tiene en cuenta que no todo son pros, ya que sus recientes lesiones y las polémicas que le acompañan forman una evidente lista de contras.
El PSG tiene claro que no va a regalar al que convirtió en el fichaje más caro de la historia del fútbol, tras abonar 222 millones de euros para reventar su cláusula de rescisión. Por orgullo, los 'bleus' defenderán su permanencia, aunque por interés ya no esconden que una buena oferta podría hacer que se replanteen su postura -en torno a los 200 'kilos'-. Su adiós serviría para apuntalar a una plantilla que sueña con levantar la Champions, y también para cubrir de oro a un Kylian Mbappé que no ve clara su continuidad y que ha sido elegido como líder del nuevo proyecto.
Cara a cara con los parisinos está el FC Barcelona, que trata de mantenerse calmado en su negociación por el brasileño. Por un lado, está la necesidad urgente de encontrar al relevo del propio Messi, aquel al que Ney se estaba acercando en su última etapa en la Ciudad Condal. Un futbolista capaz de generar fútbol y también de definir, con hambre y sin miedo a los momentos difíciles. Por otro, agobian los errores mayúsculos con los 'galácticos' recientes, y los reveses que el punta no para dar en forma de denuncias o, por que no decirlo, cuando selló su dolorosa fuga.
Los azulgrana están limitados en materia económica, pero podrían mover piezas para reencontrarse con el paulista. Él es la prioridad sin olvidarse de otros refuerzos, ya que la defensa y la delantera -en especial el relevo de Luis Suárez, que no será barato- también están a la espera de una necesaria reforma. Cuánto desean los culés a Neymar lo medirán sus movimientos, como por ejemplo lo que estén dispuestos a sacrificar, véase Ousmane Dembélé, Philippe Coutinho o incluso Antoine Griezmann, para hacerle sitio junto a otro objetivo como Lautaro Martínez.
No hay que obviar también el poder de decisión del atacante y su familia, en especial de un padre y representante que no siempre le ha dado los mejores consejos. En 2017 le convenció para mudarse a París y el joven tardó demasiado en darse cuenta del error, aunque ahora parece jugar activamente en favor de la entidad barcelonista. Eso sí, manteniendo algunas exigencias complicadas. En su mano está un as que podría ser muy útil, ya que una cláusula del reglamento de la FIFA le permitiría cambiar de aires abonando una penalización que rondaría los 170 millones.
El nuevo Barça no sólo se basará en Neymar
Si el nuevo proyecto dependiera sólo de un fichaje, todo sería muy fácil, pero la reforma de la plantilla del Barça va mucho más allá de Neymar. Excepto la portería y alguna posición aislada, la ventana estival propone numerosos cambios en cada línea, por lo que el club se verá obligado a pelear en varios frentes. De su éxito veraniego podrían depender los títulos futuros, así que, de una vez por todas, toca alejar la incertidumbre, las discusiones y las polémicas y centrarse en lo que verdaderamente importa: Acertar con una planificación que devuelva fútbol y gloria al Camp Nou.