Se esperaban algunas sorpresas para la Copa del Rey, y aunque la afición tenía ganas de ver a Philippe Coutinho, no fueron las esperadas. El FC Barcelona saltó al terreno de juego en Mestalla con André Gomes entre los titulares, y aunque el portugués le puso empeño, volvió a desesperar a sus propios aficionados.
Por buscarle la nota positiva, el de Grijó ha mejorado mucho en actitud, al menos en los primeros minutos de juego. De hecho, su exceso de ímpetu le jugó una mala pasada, porque la mayoría de sus primeras intervenciones acabaron en falta, debido a que interiorizó la consigna de Ernesto Valverde de insistir en la presión tras pérdida.
Acto seguido llegó el desastre, porque con el esférico en los pies no mejoraron las sensaciones del centrocampista. Mientras los jugadores azulgrana se esforzaban por tener paciencia a la hora de construir y evitar los fallos, el luso acumulaba error tras error. Todos sus pases acababan yéndose al limbo, y desde la grada tuvieron que devolver algunos balones de sus centros.
¿Estrategia?
Para acabar el primer tiempo y su presencia sobre el césped, André Gomes se fue escondiendo hasta que desapareció. Dejó de entrar en juego y cuando aparecía su ritmo era plano y falto de tensión. La cara de Valverde era un poema a medida que el portugués evolucionaba en su actuación, y las dudas continúan rodeando a sus decisiones, ¿ve algo que el resto no ve o sólo le pone en el escaparate?