La frescura que aporta Ansu Fati a la delantera del FC Barcelona no es un eco de sus primeras actuaciones, en las que deslumbró a base de regates, goles y asistencias. No, es una realidad. Porque, aunque acumula dos partidos consecutivos sin marcar -Dortmund y Granada-, en ambos duelos fue de lo poco salvable del Barça, encarando una y otra vez y buscando siempre la mejor opción para los intereses de su equipo.
Este sábado saltó al terreno de juego en la segunda parte contra el Granada, al igual que Leo Messi, para intentar dar profundidad y acierto al equipo en ataque. El conjunto nazarí se defendió con uñas y dientes y, aunque Ansu Fati supo abrir espacios en la banda izquierda, recibiendo pegado a la línea de cal para luego intentar internarse en el área, sus apariciones no surtieron efecto.
Fijó a defensores, generó pequeños espacios para que ssu compañeros pudieran armar el disparo e intentó también algún uno contra uno que, por desgracia, no salió. Los nazaríes supieron realizar coberturas rápidas para evitar el desequilibrio de Ansu Fati, y aun así el jugador español de origen guineano acaparó en muchas ocasiones la atención de la defensa.
Ansu Fati tiene sólo 16 años, pero sabe leer el juego como si llevara ya muchos años jugando en la élite. Cuándo acelerar, cuándo frenar y buscar a un compañero... Este sábado volvió a demostrar que ha adquirido una madurez futbolística inaudita para alguien de su edad, cosa que le permitirá seguir contando para Ernesto Valverde en el primer equipo.
El 'Txingurri' ya dejó claro que sus apariciones -y las de Carles Pérez- no se deben únicamente a la plaga de lesiones que azotaba al equipo en la línea de ataque hasta ahora, sino también a las cualidades que estos dos canteranos pueden ofrecer en el primer equipo. Así las cosas, la probable marcha de Ansu Fati en octubre para disputar el Mundial Sub-17 podría ser un serio contratiempo para el Barça.
Hay que seguir cuidando a Ansu Fati en el Barça
De momento, y mientras siga jugando así, tendrá asegurados los minutos. Y dará igual que se recupere Dembélé y crezca la competencia, porque el jovencísimo atacante culé se está ganando sus oportunidades a pulso. No ha costado 120 millones de euros como Antoine Griezmann, y tampoco tiene el peso de otros atacantes como Luis Suárez en la plantilla.
Desprende, eso sí, la ilusión y motivación que a los veteranos les falta. Ese toque de varita que sólo las grandes joyas del fútbol, como él y hace unos años Kylian Mbappé, pueden ofrecer. El Barça tiene el gran deber de seguir fomentando su progresión. Porque, si lo hace, puede haberle caído del cielo uno de esos diamantes por quienes otros grandes clubes de Europa pagan centenares de millones.