El FC Barcelona sigue adelante en la lucha por LaLiga y la Champions League, pero lleva muchos meses viviendo en el alambre. Su versión más sólida y competitiva se ha ido resquebrajando año tras año, y tras mucho tiempo de gloria y éxitos en el Camp Nou, se acerca el temido fin de ciclo. El curso 2019-20 no está siendo nada fácil, y en el camino hacia el verano habrá que trabajar para recuperar buenas sensaciones.
En la ventana estival se espera una profunda reforma de la plantilla, necesaria, y a la vez de máxima exigencia tras los sucesos recientes. El último proyecto azulgrana ha avanzado a duras penas y con una dependencia más acentuada que nunca de Leo Messi, y los parches no han sido suficientes para sostenerse en una batalla por los títulos en la que ya se han escapado la Supercopa de España y la Copa del Rey.
Las lesiones, desde luego, han sido una auténtica tortura para los catalanes, pero no son el único culpable de una trayectoria irregular. El vestuario asumió parte de culpa porque no ha conseguido mantener el nivel en muchos partidos, pero como los capitanes deslizaron -y parece que hay acuerdo prácticamente entre todos los cracks-, la planificación no ha sido ideal, algo que ha señalado Leo Messi y que entre otros, Sergio Busquets volvió a repetir tras la última cita europea.
Pese a que en el verano 2019, el equipo parecía potente y compensado, hubo decisiones dudosas, que se multiplicaron en enero 2020. La estrategia de una plantilla corta ha sido demasiado arriesgada, y aunque esto regalará algunas oportunidades a los canteranos, también ha dejado en alerta al filial, que está luchando por el ascenso a Segunda División A y debe hacer malabarismos para nutrirse de las categorías inferiores y a la vez reforzar al primer equipo.
Los problemas de planificación del Barça
Banquillo
La decisión de cambiar a Ernesto Valverde por Quique Setién es quizá una de las más sorprendentes, y llegó en muy mala hora porque situó en el punto de mira al extremeño y dejó al cántabro sin margen de reacción. Obviamente, al de Viandar de la Vera hay que exigirle su parte de responsabilidad, pero si la justificación es que había un desgaste perjudicial para el equipo, lo ideal, y lógico, hubiera sido actuar antes o después, no a toda prisa en pleno mes de enero y cuando el equipo tenía a tiro tres trofeos y sólo le sobraron diez minutos en la Supercopa. Además, el recién llegado ha demostrado que no sólo era cosa del entrenador, ya que pese a su estilo muy distinto, hay algunos fallos que no logra erradicar.
Economía
La masa salarial lleva años agobiando al Barça, y algunos movimientos recientes parecen una vía desesperada para cuadrar números. Es difícil entender porque se apostó por una promesa como Junior Firpo, que está teniendo problemas de adaptación, cuando se podría haber otorgado ese papel a Marc Cucurella -podría haber trabajado para volver a su sitio igual que está haciendo el ex verdiblanco- o Juan Miranda. De una forma similar, salieron Abel Ruiz, Moussa Wagué o Carles Pérez -entre otros-, que podían ser o no válidos para el primer equipo, pero que no eran salidas urgentes en un momento de necesidad deportiva. Tanta cesión con opción de compra parece un modo de financiación arriesgado y algo irresponsable, ya que los canteranos empiezan a pensar que sólo servirán de momenda de cambio.
Portería
Con Marc-André ter Stegen confirmado como un acierto histórico, hay más dudas sobre el caso Neto Murara. El brasileño no lo ha hecho mal cuando ha tenido oportunidades, pero la mala fortuna y las lesiones no han ayudado a que se consolide como un relevo de garantías. Especialmente desagradable es el hecho de que Jasper Cillessen, que tiene buen nivel y fue tanteado por varios clubes, no lograra ser colocado y tuviera que entrar en un intercambio que favoreció a Valencia y Barça en la parcela económica.
Defensa
En el club ha costado acertar con el 'timing' de algunas operaciones, y eso ha pasado factura en la retaguarda. Al caso Junior, previamente explicado, hay que sumar las dudas en el lateral derecho y con los centrales, para empezar, hablando de los jóvenes. Si Moussa Wagué y Jean-Clair Todibo no convencían a los técnicos, había que haberse movido antes para buscar recambios de garantías a Nélson Semedo -más allá de Sergi Roberto- y a Gerard Piqué, al que ya se lleva años buscando heredero. De la misma forma, y con otro acierto como Clément Lenglet, había que elegir antes con Samuel Umtiti, cuya trayectoria irregular no acaba de convencer y obligará a plantearse su salida en verano.
Centro del campo
La medular es una de las zonas mejor cubiertas del Barça 2019-20, pero eso no significa que no haya dejado dudas. El bajón de Sergio Busquets pide a gritos un relevo generacional, y la mezcla de Arthur, Frenkie de Jong y Arturo Vidal, a pesar de sus chispazos de calidad, todavía no ha acabado de cuajar. A los jóvenes se les dará continuidad y los veteranos podrían tomar la puerta de salida, en la que se quedó atascado un Ivan Rakitic que ha pasado de estrella a estrellado. El croata ha sido un seguro en los últimos años, pero en el tramo final del pasado mercado estival se le puso en venta y eso no le ha gustado, lo que le ha afectado mental y también futbolísticamente.
Igual que en la defensa, estas carencias debían haberse detectado antes, y si la voluntad era traspasar el de Möhlin, había que haberle tasado en unos 50 millones que ahora parece difícil que nadie pague. Las perlas de la Masia también han encontrado obstáculos para asomar la cabeza, en especial porque, como explicaron Valverde y Setién, es difícil apartar a un veterano con experiencia para desarrollar a Carles Aleñá o Riqui Puig. El de Mataró eligió irse al Betis cuando podría haber surgido una oportunidad, y el de Matadepera sigue insistiendo con esperanzas para la próxima campaña. Esta es una parcela clave para el éxito de los culés, así que habrá que retocarla a conciencia para que aúne juventud, estilo y rendimiento para el presente y el futuro.
Delantera
Hay que tener en cuenta que en la mayoría de casos es difícil encontrar equilibrio, pero el de la delantera es, de largo, el más grave. La dependencia de Leo Messi y Luis Suárez se ha acentuado en mal momento, porque ambos sobrepasan ampliamente la treintena y las lesiones no les han dado tregua. Juntarles con Antoine Griezmann y Ousmane Dembélé parecía una buena jugada en la lucha por los títulos, y más con las revelaciones Ansu Fati y Carles Pérez cubriéndoles las espaldas.
Las lesiones y la mala gestión han roto por completo el ataque del Barça, y le tienen en alerta en dos competiciones mayores. Setién teme que caiga alguien más o que el argentino o el francés acaben sancionados, porque con el de Vernon y el de Salto en la enfermería, no hay nadie más mayor de edad al que pueda recurrir. Llamar a algún canterano supondría dejar al filial en cuadro, porque en invierno se contaron más salidas que entradas cuando debió haber sido lo contrario. Es entendible que no hubiera una ofensiva de emergencia por un nueve, pero jugárselo todo a una carta como la del frágil Dembélé ha acabado pasando factura.
Los responsables deportivos tardaron demasiado en elegir un relevo para Suárez, y optaron por restar cuando debieron haber sumado. El charrúa es una pieza clave en los engranajes de forma individual y también para el rendimiento colectivo, algo que se puede comprobar en el bajón que entre otros, ha afectado a Messi tras su paso por el quirófano. Los años de advertencias no sirvieron para nada, porque tras recurrir de urgencia a Kevin-Prince Boateng, se ha tenido que llamar a Martin Braithwaite, que aportará lo que buenamente pueda limitado sólo a LaLiga.
Además, y eso ya es cuestión de gustos, el club se empeña en comprar estrellas que no encajan en sus sistemas, confiando en que su talento es suficiente para que se asienten en el Camp Nou. Philippe Coutinho fue de más a menos porque su media punta no existe en el equipo actual, y Griezmann, aunque pelea, marca y asiste de vez en cuando queda deslucido porque es una segunda punta que tampoco tiene lugar específico. Con Neymar o Lautaro en el punto de mira, los azulgrana han comprado, mucho, muy caro, y no del todo útil para sus necesidades.