De entre todas las discusiones de la temporada 2017-18, el fichaje de Ousmane Dembélé es una de las más complicadas, porque tiene muchos factores y pocos argumentos para juzgar en los últimos meses. Entre las lesiones y la falta de oportunidades poco se ha visto de un joven que llegaba para hacerse grande en el FC Barcelona, y que se ha perdido por su propia juventud, su timidez y la millonada que costó. Hasta este miércoles.
Los pocos chispazos que había dejado el francés en los últimos meses se convirtieron en llama contra el Villarreal, en una 'manita' en el Camp Nou que llevó su sello. Muy pronto dejó ver sus intenciones en el terreno de juego, y completó una actuación tan acertada en lo estadístico como en las sensaciones, sin lugar a dudas el mejor partido desde que llegó.
Porque su eslalon en el gol de Philippe Coutinho fue espectacular, como también la carrera y vaselina que sentenciaron su doblete tras un regalo de Ivan Rakitic, pero lo que realmente importa es que se vio a un futbolista participativo, seguro de sí mismo y enchufado, algo que se había echado en falta y que era la verdadera preocupación de los culés.
Se permite empezar mal, porque todos son humanos, pero lo que desesperaba era que con todos los millones a sus espaldas -por otra parte un error que no fue suyo- no se le viera esa actitud necesaria para comerse el mundo, esa que entre otros está mostrando su mejor compañero y gran rival, Philippe Coutinho. A Ousmane le falta creérselo para triunfar como azulgrana, y con esta actuación delante de su afición está un poco más cerca.
La temporada 2018-19, decisiva para Ousmane Dembélé
El objetivo a largo plazo para el delantero es recuperar su mejor nivel en los próximos meses, algo que tendrá más fácil tras el rodaje acumulado y, sobre todo, una pretemporada que se perdió nada más llegar de Dortmund. Estos pasos son muy importantes para finalmente echar a andar, pero la hora de la verdad llegará con la temporada 2018-19.
El próximo curso probablemente se vea su mejoría, pero también subirá una exigencia que ya le ha perseguido en su aterrizaje en la Ciudad Condal. El carácter de Dembélé ha provocado que le pese demasiado la responsabilidad, y no hay mayor muestra que la ausencia de su sonrisa. Los catalanes quieren conocerle más relajado, y sus compañeros están a su lado para ayudarle. El camino acaba de empezar.