Antoine Griezmann está jugando con fuego. Llegó al FC Barcelona en mitad de una gran polémica, dividiendo al barcelonismo entre quienes apostaban por su fichaje y quienes, haciendo memoria, no querían tener en su equipo a un jugador que apenas un año atrás había dejado en ridículo al club, a cambio de un momento mediático en los medios audiovisuales con su documental 'The Decision'.
No, Griezmann no despertaba las simpatías absolutas del barcelonismo, pero con el paso de las semanas la afición decidió darle una oportunidad. Los seguidores culés eran conscientes de la gran calidad del futbolista, y se creyeron las promesas del galo a la hora de asegurar que se dejaría la piel en cada partido para convencerles de que su sitio era el Barça.
Pasan los partidos, sin embargo, y ni rastro del gran Griezmann del Atlético de Madrid. Está claro que no se le puede pedir que se adapte a un equipo con un estilo totalmente distinto al del club 'colchonero' en cuestión de pocas semanas, pero lo cierto es que las actuaciones del jugador francés no muestran signos de mejoría, sino más bien al contrario.
Arrastrado por la mala dinámica del resto de sus compañeros, el rendimiento de Antoine Griezmann es cada vez más pobre en la delantera azulgrana y, lejos de congeniar con Leo Messi y Luis Suárez -con quienes apenas ha jugado-, se le suele ver perdido en el campo, estrellándose una y otra vez contra la defensa rival y sin encontrar los espacios necesarios para desequilibrar.
Griezmann corre el riesgo de ser pitado en el Camp Nou
El '17' del Barça no está ni siquiera al 75% de sus capacidades, y lo más preocupante es que se le está empezando a poner cara de Coutinho. Si de veras desea triunfar en el FC Barcelona, no debe acomodarse y, a base de intensidad, compromiso y sacrificio, debe buscar su espacio en el equipo y empezar a dar rienda suelta al indudable talento que esconde en las botas.
Ha llegado al Barça para marcar diferencias, y de momento no lo está haciendo. La afición del Camp Nou le dio un voto de confianza, pero podría no tener con él la misma paciencia que tuvo con otros jugadores. Si la situación de flojo rendimiento de Griezmann se alarga con el paso de las semanas, y también de los meses, corre el riesgo de llevarse más de una pitada en el santuario azulgrana. Dependerá de él meterse, o no, en la boca del lobo.