Todo empezó con un traspaso estratosférico, un terremoto que sacudió al fútbol internacional y levantó las alarmas en torno a la inflación del mercado de fichajes. El Paris Saint-Germain se llevó a Neymar Jr del FC Barcelona a cambio de 222 millones de euros, y el conjunto culé se encontró con una situación totalmente inesperada a principios de agosto de 2017.
Por una parte acababa de perder a uno de sus mejores jugadores; por la otra, disponía de un montante más que jugoso para traer a prácticamente cualquier futbolista del mundo. Lo malo era que el resto de grandes clubes lo sabían, y por ese motivo 'inflaron' los precios de sus jugadores a medida que el FC Barcelona preguntaba por ellos. El objetivo estaba claro: aprovecharse al máximo de la situación de 'debilidad' del equipo culé.
Así fue como Ousmane Dembélé, que el verano anterior había abandonado Rennes para irse al Borussia Dortmund por unos 15 millones de euros, puso rumbo al Camp Nou a cambio de 105 millones fijos más 40 'kilos' en concepto de variables. Una apuesta sin duda arriesgada por una de las jóvenes promesas más brillantes del panorama europeo, y que esa campaña se había erigido máximo asistente de Europa junto a Neymar Jr.
Dembélé, mala suerte... o algo más
Dembélé se ganó elogios y críticas por igual con sus primeras apariciones, aunque de manera temprana se empezó a ver el que sería el gran problema de la trayectoria de 'Dembouz', al menos hasta ahora, en el Barça: las lesiones. Nueve lesiones de mayor o menos gravedad ha sufrido el de Vernon desde que aterrizó en el club, algo llamativo teniendo en cuenta que ni en Rennes ni en Dortmund había sufrido percances serios. Los problemas físicos le han impedido explotar todo su potencial en el Barcelona, hasta el punto de que gran parte de la afición culé se ha cansado de él.
También en la directiva de Bartomeu han aparecido las discrepancias, dado que al joven futbolista se le podría incluir en algún intercambio, este próximo verano, que garantice el regreso de Neymar Jr o bien el fichaje de Lautaro Martínez sin pagar la cláusula de rescisión.
Coutinho empezó genial y acabó fatal
La cuestión es que, apenas unos meses después de que llegara Dembélé, lo hizo Philippe Coutinho en enero de 2018, a cambio de 120 millones de euros fijos y alrededor de 40 más en variables. Aterrizó con el cartel de estrella consagrada y lo cierto es que, en su primera media temporada, jugó como los ángeles y demostró su mayor virtud: marcar goles llegando desde segunda línea o en disparos lejanos.
La pega: su debilidad psicológica. Sufrió unos problemas físicos que le alejaron algunas semanas de los terrenos de juego al inicio de la temporada 2018-19, y cuando volvió ya nunca más fue el mismo. A medida que se incrementaron las críticas, aumentó también su timidez con el balón. El bucle acabó con Coutinho silbado en el Camp Nou y saliendo por la puerta de atrás, cedido al Bayern Múnich, un año y medio después de haberse convertido en el fichaje más caro de la historia del FC Barcelona. Otra vez, el fichaje multimillonario había salido rana.
Y llegó Griezmann, el jugador intermitente
Sin dejarse llevar por la decepción y decidido a seguir mejorando el nivel de la delantera, Bartomeu se fijó entonces en Griezmann. El futbolista galo se había burlado públicamente del FC Barcelona el verano anterior al rechazar la oferta culé mediante un documental, pero aun así se le dio una segunda oportunidad. Esta vez sí aceptó la propuesta y el Barça pagó su cláusula de 120 millones al Atlético de Madrid.
En lo que llevamos de campaña 2019-20, no puede decirse que Griezmann haya rendido mal, pero tampoco al nivel que se espera de él. Es uno de los máximos goleadores del equipo y encadena buenos partidos con otros bastante más grises, en una intermitencia que no ofrece garantías de ningún tipo. Su gran hándicap es jugar en una posición que no es la suya: la de extremo, o en ocasiones de delantero centro, cuando su especialidad es actuar como segundo punta con un delantero de referencia justo delante. De ahí que el nombre de 'Grizi' empiece a aparecer también en la rumorología de posibles trueques para que lleguen Lautaro y Neymar. Y la confirmación, sin lugar a dudas, de que gastarse centenares de millones en 'galácticos' no garantiza nada.