A falta de una jornada para el fin de la fase de grupos de la Champions League, pase previo a los octavos de final, el Ajax dependía de si mismo para pasar a la siguiente ronda. El conjunto holandés recibía en casa al Valencia y, sumando un solo punto, se aseguraba su billete a las fases eliminatorias de la competición.
Sin embargo, se dio la única combinación de resultados que podía dejar fuera al equipo de Erik ten Hag de la Liga de Campeones: por un lado, el Valencia les derrotó en Ámsterdam con un solitario gol de Rodrigo; por el otro, el Chelsea consiguió derrotar en Stamford Bridge a un Lille que ya no se jugaba nada.
De este modo, se consumó a las primeras de cambio la caída de un equipo que, la pasada temporada, se quedó solamente a unos segundos de poder disputar la final de la Champions League. Todo por culpa de ese dichoso gol de Lucas Moura en el último suspiro. Pero, esta vez, el batacazo fue prematuro e inesperado, ya que los de Ámsterdam llegaban como líderes a la última jornada.
Parece que pesaron demasiado los cambios que el Ajax realizó en la plantilla en verano, cuando vendió a Matthijs de Ligt (a la Juventus de Turín) y a Frenkie de Jong (al FC Barcelona), quedándose sin dos jugadores clave tanto para la solidez defensiva como para la circulación de balón y creación de juego en la medular.
Coincidiendo con la hora del partido entre Ajax y Valencia, se disputaba en Milán el Inter-Barça, partido en el que De Jong fue suplente. Eso sí, Ernesto Valverde decidió darle entrada en el segundo tiempo y finalmente los culés obtuvieron la victoria. Todo iba perfecto en la noche del mediocentro holandés, hasta que el partido terminó.
Después del encuentro, De Jong se dirigió al círculo central y, desde ahí, alzó la mirada hacia los vídeomarcadores para saber de primera mano el resultado de su ex equipo. Al ver la combinación de resultados que les dejaba fuera, el centrocampsita culé torció el morro y lamentó lo sucedido. Su reacción no puede ser más explicativa de cómo se sintió.