El seis veces ganador del Balón de Oro tuvo que abandonar el club de sus amores por los graves problemas económicos por los que atravesaba la entidad. Lionel Messi, el ídolo de todos los culés, dijo adiós al FC Barcelona el pasado 5 de agosto. El niño que se hizo mito en el Camp Nou, el futbolista que había batido todos los récords, se iba por la puerta de atrás dejando huérfanos a millones de socios y aficionados del club azulgrana.
Un triste comunicado de diez líneas contempló el comunicado de despedida que le dedicó el Barça al histórico ‘10’ que, 48 horas más tarde, protagonizó una rueda de prensa tan emotiva que nadie pudo contener las lágrimas. Y casi tres meses después del penoso episodio, el astro argentino recibió al diario Sport en su nueva casa en París. Ya en la intimidad de su hogar, Leo abrió su corazón a los periodistas, concediendo una entrevista exclusiva que indudablemente dará mucho de qué hablar.
Messi, fiel a su personalidad, no entró en polémicas. Siempre fue prudente en sus declaraciones. , Ama al Barça, por encima de todo, por lo que no desea hacer daño al club que le convirtió en leyenda. No obstante, dejó claro su malestar con la actual junta directiva, especialmente con el presidente Joan Laporta.
Leo explicó que había aceptado rebajarse el sueldo, lo que le había exigido: un 50 por ciento. Y que estaba en disposición de hacerlo todavía más si hubiera sido necesario, pero nadie se lo pidió ni tampoco que jugara gratis. Se vio obligado a marcharse porque le aseguraron que no le podían pagar. Siquiera le ofrecieron una opción de negociación. Un día interrumpía sus vacaciones en Ibiza para firmar su renovación y al día siguiente se veía obligado a buscarse equipo. Un final surrealista para un idilio futbolístico y personal perfecto.
Aún ‘enganchado’
No podía ser de otra forma: Messi sigue pensando en el club azulgrana. Fueron veinte años de intensa relación. Y aunque quiere ganar títulos con el PSG (especialmente la Champions, su gran obsesión) ya sueña con regresar a Barcelona y al Barça. Su casa. Bien sea como secretario técnico, o lo que sea. Da igual. Quiere ofrecer su experiencia y talento al servicio de la entidad que tanto le ha dado. Por ahora resta desearle lo mejor en París mientras se espera su regreso con los brazos abiertos.