El Barcelona llegó a lo más alto con Pep Guardiola en 2009 cuando, entre otros aspectos, introdujo a Lionel Messi como 'falso nueve' en un Clásico frente al Real Madrid en el Santiago Bernabéu. 11 años después, Ronald Koeman busca que el rosarino regrese a la posición que le convirtió en el jugador más importante del mundo pero, por lo menos en los primeros tres partidos, Messi se ha mostrado más que incómodo y sus números lo reflejan.
La temporada del Barcelona comenzó con la implementación del sistema 4-2-3-1, uno que ya el técnico blaugrana, Ronald Koeman, probó en la selección holandesa y que le dio muy buenos resultados. Con esta propuesta, que ha tenido un buen efecto en el desempeño del equipo hasta la fecha, el neerlandés busca que Messi regrese a la posición con la que maravilló al mundo bajo las órdenes de Pep Guardiola.
Koeman busca dosificar los esfuerzos del capitán culé y que no tenga que buscar tantos balones en el centro del campo. En este planteamiento, se busca que los balones lleguen ‘limpios’ a Messi en los metros más cercanos al área rival, sin que se vea en la necesidad de ser él quien los busque, quiebre, cree superioridad ofensiva y termine, en muchos casos, definiendo de cara al arco.
El antecesor de Koeman, Quique Setién, probó a Messi en varias ocasiones como falso nueve y resultó que el argentino dejó de ser tan efectivo. Anotó menos goles, dio menos asistencias y regateó mucho menos. Durante la temporada pasada, con Luis Suárez lesionado, en la victoria blaugrana 1-0 frente al Granada, el entrenador español decidió colocar al rosarino de falso nueve.
En ese encuentro, Messi jugó en el centro y sólo en momentos puntuales se movía a la banda para recibir balones. Aunque anotó el gol de la victoria, apenas tuvo dos disparos (de cinco) a puerta y completó dos de siete regates. Jugando en la banda derecha, con Valverde y Setién, el internacional por Argentina tenía más regates y disparos al arco.
En el partido más reciente de LaLiga, frente al Sevilla, Messi estuvo impreciso en los pases y al momento de regatear, una de sus especialidades. No ha terminado de despegar esta temporada, más allá del gol de penalti frente al Villarreal, en la goleada 4-0 en el Camp Nou, y el autogol de Pau Torres, del Celta de Vigo, que él mismo provocó.
¿Es la posición o el estado de ánimo?
Leo Messi ya tiene 33 años y está viviendo una de sus últimas temporadas en el nivel más alto. Además de su edad, la polémica durante el verano por la posible salida del club de su vida ha sido el detonante para que cada una de sus acciones esté bajo una lupa.
Hasta el momento, ha anotado un gol y rematado en nueve oportunidades, seis de ellos al arco. Se podría pensar que su nivel responde al hecho de que quiere culminar su etapa en el club, pero Messi ha demostrado ser un profesional y no bajaría su efectividad. Por el contrario, tal y como ha afirmado él y su entrenador, se encuentra comprometido para llevar al Barça a lo más alto.
Lo cierto es que en las últimas campañas, el delantero blaugrana ha dejado ver que se siente cómodo como extremo derecho y, desde allí, ha tenido suma libertad para crear jugadas, recuperar balones y ser él quien determine el ritmo del partido del Barcelona.
Aún es muy temprano para definir si debe quedarse por la banda o volver a la posición que le llevó a lo más alto. En cualquiera de los casos, ya Messi ha dicho en varias oportunidades que los años no pasan en vano y cada vez es más difícil mantener el ritmo con la edad. El Barça –y Koeman– deben darle tiempo para asentarse y, en cierto modo, volver a acostumbrase por completo a esa posición y así volver al nivel al que nos ha acostumbrado en el club.