Solemos decir que los remates de cabeza no son una de las especialidades del mejor jugador del mundo, pero la realidad es que, cuando tiene oportunidad, 'La Pulga' no duda en seguir sorprendiéndonos. Este domingo, contra el Celta de Vigo en el Camp Nou, el rosarino abrió el marcador con un preciso y finísimo remate de cabeza a centro en profundidad de Sergio Busquets.

Una diana que llegó al filo de la media hora de juego, y que sirvió para que el FC Barcelona empezase a sacar frutos de lo sembrado desde el inicio del encuentro. Y es que los de Koeman ahogaron muy bien a los de Coudet, encerrándoles en campo propio durante casi todo el tiempo, y generando así una gran cantidad de ocasiones gracias al desequilibrio, principalmente, de Leo Messi y Dembélé, sin olvidar los buenos movimientos de Pedri y Griezmann.

Se trata del trigésimo gol que anota Messi en LaLiga Santander 2020-21,y que le permite afianzar todavía más el nuevo Premio Pichichi que alzará una vez termine la última jornada liguera, en el campo del Eibar. En el global de todas las competiciones, esta campaña ha transformado 38 dianas al sumar cinco en Champions League y 3 en la Copa del Rey.

Poco después de estrenar el electrónico ante los vigueses, Messi estuvo cerca de volver a perforar la portería de Iván Villar al estar a punto de controlar un balón en el interior del área, perfectamente filtrado desde la banda derecha. Al '10' se le escapó el control -cosa rara- y la defensa del Celta acertó a despejar el peligro, achicando así las oportunidades que se iban acumulando a favor de los culés.

El Celta no tardó en empatar...

Por desgracia para el Barça, la tónica de la temporada 2020-21 se repitió y, pese a la multitud de ocasiones y el dominio, el conjunto rival acabó empatando el marcador prácticamente en su primera llegada. Santi Mina, desde fuera del área, se sacó un disparo a media altura que Ter Stegen ni siquiera intentó detener, y eso que no iba demasiado ajustado.

El caso es que el portero alemán no vio la pelota al obstaculizarle Piqué el campo visual, lo que le dejó haciendo la estatua para asombro de los aficionados y comentaristas. En un principio se pensó que el tiro había sido desviado por el propio Piqué, pero la repetición demostró que no. Ter Stegen no estaba del todo bien colocado y lo pagó caro.