En verano de 2016, llegaba al FC Barcelona Samuel Umtiti, un prometedor central del Olympique de Lyon por el que el club azulgrana pagó 25 millones de euros. El franco-camerunés no tardó demasiado en sorprender con su espectacular rendimiento y, poco a poco, fue desplazando a Javier Mascherano de la titularidad para hacerse un puesto como indiscutible al lado de Gerard Piqué.
La garra, la potencia física y la calidad de Umtiti enamoraron en el Camp Nou, que empezó a ver reflejado en él un perfil de defensa similar al del legendario Carles Puyol. Pero algo se torció a principios de 2018: los problemas físicos originados en su rodilla empezaron a cebarse con él y, pese a que le permitían jugar en un principio, bajaron su nivel.
Umtiti descartó operarse de sus molestias ya que no quería perderse el Mundial de Rusia, en el que su selección francesa se proclamó campeona. Pero, tras ello, la carrera del central galo fue cuesta abajo: inició el campeonato lesionado, volvió en la séptima jornada para jugar en el Wanda Metropolitano contra el Atlético de Madrid y volvió a quedar en el dique seco.
Es cierto que se acabó recuperando, pero su rendimiento no volvió a ser el mismo y se vio atropellado por un Clément Lenglet que le mandó al banquillo. En el inicio de la presente temporada, más de lo mismo: empezó siendo suplente de su compatriota y todavía se le complicó más la existencia tras una fisura con hematoma en un pie.
“Está cada vez mejor, somos optimistas. Queremos recuperarlo pronto”, aseguraban desde el club, pero lo cierto es que su panorama en los últimos meses no es muy esperanzador. De los últimos 70 partidos oficiales, solamente ha jugado 15, permaneciendo 35 apartado de los terrenos de juego por lesión y otros 20 en el banquillo, sin jugar ni un solo minuto.
El Barça necesita al mejor Umtiti
Ha llovido mucho desde que se vio el último partido implacable de Umtiti, pero el nivel que mostró en su primera temporada y media hace que el barcelonismo suspire por verle de nuevo en su mejor condición física. Esa que le permite recordar a Puyol y ser un seguro de vida al lado de Piqué. El Barça necesita a ese central que deslumbró y, con él, buena parte de la inconsistencia defensiva del equipo podría solucionarse.