En el fútbol puedes pasar de ser héroe a villano (y viceversa) en cuestión de minutos y es lo que le ha pasado a Ronald Araújo esta noche en el Camp Nou, en la victoria del FC Barcelona ante el Getafe en La Liga. El uruguayo, que entró en el comienzo de la segunda parte para sustituir a Gerard Piqué, cometió un error gravísimo que le dio alas a los de José Bordalás para creer en el empate, pero poco después se redimió con un golazo.
En el comienzo de la segunda parte, el Barça había perdido chispa y los acercamientos al área de David Soria fueron contados, lo que dio pie a que el Getafe se animara a rodear el área defendida por Marc-André ter Stegen. Cuando corría el minuto 67, en una jugada sin peligro absoluto, con Ünal de espaldas a la portería y con poco ángulo, Ronald Araújo metió el pie para sacar el balón pero terminó pisando al delantero 'azulón', que se fue al suelo y protestaba al árbitro.
Figueroa Vázquez, colegiado del encuentro, le dijo a Ünal que se levantase, ya que para él no había pasado nada. De momento, Araújo se había salvado, pero no por mucho. El VAR se vio obligado a intervenir y Hernández Hernández notificó al cuerpo arbitral que había un posible penal dentro del área, invitándolo a revisar la acción desde el monitor. Así pues, Figueroa terminó dando la pena máxima a los de José Bordalás, que fue efectuada por el mismo Ünal, que venció sin complicación a Ter Stegen.
Araújo se redimió
La bronca de Ronald Koeman con sus jugadores fue relevante, pero efectiva. El neerlandés sacó del campo a Óscar Mingueza, porque lo veía como uno de los 'culpables' del acercamiento de los 'azulones' y se quejó de los que quedaron en el campo. Además, para ese momento, el Barça no había rematado al área en la segunda parte y el Getafe ganaba metros en el campo, pero sin peligro suficiente.
Para borrar su asterisco, el charrúa se vistió de héroe y marcó el 4-2 tras un tiro de esquina de Leo Messi. El central, con alma de delantero, estaba esperando el lanzamiento de 'La Pulga' y cabeceó con potencia para mandar el esférico a lo más fondo de las mallas y restarle nervios a su equipo, que la estaba pasando mal en ese momento.