El pasado 3 de mayo, hace sólo doce días, se escuchaba cantar a los jugadores del FC Barcelona el "campeones, campeones" en medio de una reunión organizada por Leo Messi en su domicilio para fortalecer los vínculos entre los futbolistas y animarse a pelear en el último tramo de LaLiga Santander, cuando tenían opciones verdaderas de remontarle la clasificación al Atlético de Madrid y llevarse el título.
El asado en la casa del capitán venía precedido de la sufrida victoria del Barça en Mestalla, ante el Valencia, por 2-3. Los blaugrana habían conseguido remontar el tanto inicial de Gabriel Paulista y mandaron un mensaje claro a sus competidores: 'vamos a pelear hasta el final'. Ese mismo fin de semana, el Atlético y Real Madrid también habían cumplido en sus respectivos compromisos y los culés no dependían de sí mismos para ser campeones, pero si ganaban el siguiente partido la historia iba a ser mucho más sencilla.
El ambiente, en teoría, era más que positivo y los jugadores, staff y todo el barcelonismo veía capaz al equipo de conseguir el doblete. El primer gran error. Desde la conjura, han ido en caída libre hasta llegar al punto de que, a falta de una semana y días para que termine la temporada, están prácticamente sentenciados. Y es que desde el 3 de mayo los culés han perdido cuatro de seis puntos posibles en el campeonato, ante un Atleti y Madrid que siguen firmes en la lucha por el título.
Ante el Atlético, fue el primer 'pinchazo' y una de las tardes más amargas para los de Ronald Koeman, que no supieron leer el partido y quedaron neutralizados ante el planteamiento de un 'Cholo' Simeone que quiere el título. Marc-André ter Stegen se convirtió en el 'pulpo' del equipo para atajar los constantes disparos de los rojiblancos, con un Marcos Llorente, Luis Suárez, Carrasco y Correa muy enchufados. Finalmente, el Barça reaccionó, pero ya era muy tarde. Consiguieron incomodar a Jan Oblak, pero sin suficiente puntería. La misma historia de siempre.
Milagrosamente, ese fin de semana terminó con la clasificación tal y como estaba, tras el empate del Real Madrid y Sevilla en el Di Stéfano, pero el Barça volvió a desaprovechar sus oportunidades. En la jornada 36, jugada entre semana, los de Koeman visitaban el estadio de Ciutat de Valencia para enfrentar al Levante, con la posibilidad de ponerse como líderes provisionales del campeonato y una vez más, como siempre, dejaron pasar el tren. Frente a los 'granotas', los catalanes firmaron uno de sus peores partidos de la temporada que, salvo a sorpresa, los dejó sentenciados.
Del partido ante los valencianos todos quedaron señalados, en especial Ronald Koeman. Después de una primera parte muy buena de los culés, que había terminado con un 0-2 gracias a los goles de Leo Messi y Pedri González, el equipo se vino abajo. El Levante consiguió igualar el marcador en menos de cinco minutos, pero Ousmane Dembélé regresó la ventaja. Finalmente, con un equipo irreconocible y sin apenas actitud de los jugadores, los locales volvieron a firmar las tablas a falta de siete minutos para el pitazo final.
La conjura no fue suficiente
A este Barça le hace falta muchos cambios, revoluciones y un 'milagro' para volver a ser competitivo, en España y Europa. Los culés comenzaron la temporada en medio de una crisis deportiva y la terminarán igual, con la sensación de que se pudo hacer mucho más y que faltó actitud y compromiso para conseguir los objetivos porque, sí, la Copa del Rey fue una alegría e ilusión que, en teoría, iba a servir de 'impulso' para conseguir LaLiga, pero todo ha acabado en nada.
Sólo queda esperar a que en los últimos partidos de la temporada, el Barça pueda levantar cabeza y, al menos, terminar el curso con mejores sensaciones de las que hay ahora mismo y luchando hasta el final para terminar, si es posible, en el top 3 de la competición y no ser superado, además, por el Sevilla.