A Griezmann solo le queda Simeone y su pasado

Griezmann sigue jugando al fútbol porque le vemos cada fin de semana desfilar con algún uniforme que ahora es rojiblanco, pero ya fue azulgrana antes y también blanquiazul en alguna época. Uno de los bastiones de la ofensiva de Francia, campeona del mundo actual, no da con la tecla a nivel de clubes.

La frase de Pedrerol en El Chiringuito lo resume bien: “Ni está ni se le espera, está como en el Barcelona”. Corto y al pie para entender la realidad que vive el jugador colchonero en su segunda etapa con el Atlético de Madrid, club al que quería volver cuanto antes siempre que saliera del equipo culé.

Finalmente Simeone le abrió la puerta y en un gran negocio para los capitalinos el principito se enfundó la 8 en la espalda para volver a correr con los suyos en el césped del Wanda metropolitano, estadio que le recibió con pitos pese al pedido de leyendas del club para que le apoyasen.

Y es que incluso olvidando la forma en la que se fue, Griezmann está muy lejos de ser el jugador que pedía puesto en la mesa de Cristiano y Messi, que se colaba en las votaciones a balón de oro y que estaba en la agenda de los mejores clubes del mundo cuando salió rumbo a Catalunya para jugar con el argentino.

Poco carburó aquella dupla pese a que Griezmann se mantuvo haciendo goles de vez en cuando. Sus cifras no son negativas en lo absoluto, para un jugador sobresaliente al menos, porque para lo que costó su fichaje, lo que cobra como salario y lo que prometía antes de dejarse crecer el cabello, sigue estando muy lejos.

Confianza plena

En Madrid Simeone sabe que el equipo es distinto a cuando se fue Griezmann y lo dijo públicamente, quitando peso a lo que pueda pasar con el francés de ahora en adelante y dejando muy en claro que mientras esté en el banquillo, el extremo seguirá siendo titular o al menos importante.