Luis Suárez y el Atlético de Madrid se sienten cómodos estando juntos

Luis Suárez vive un primer año como rojiblanco no solo de ensueño, sino inimaginable. Tal vez solo en su cabeza las cosas podrían ir así de bien para su carrera en este punto luego de la forma en la que salió del Barcelona, además del estado físico que tenía para entonces, invitando a pensar que podría volver al Ajax para tramitar su etapa final en Europa.

Pero desde entonces acumula 20 goles en Liga, dos primas cobradas por estas anotaciones, la cima de la tabla y poder ganarle el título al club que le despidió sin escucharlo y también al Real Madrid, máximo rival deportiva y emocionalmente en España. Las cosas no podrían ir mejor para el uruguayo que se jugará la vida ante el Valladolid en la última jornada.

Suárez además tiene el plus de poder irse gratis a final de temporada, lo que podría significar un nuevo contrato con algún otro club que deberá pagar un buen salario para el charrúa, que al menos llegará con argumentos para defender algún nuevo vínculo futbolístico con cualquier equipo.

Pero no hay tema. Simeone está encantado con Luis y el delantero con la ciudad, que además pondrá su nombre en la historia y seguramente, coreará su nombre en el Wanda a medida que el público pueda ir llenando el estadio según avance todo el tema de la pandemia, la vacunación y cada detalle.

Tanto Cerezo como el cuerpo técnico tiene plena confianza en que seguirá Suárez, por lo que haber descartado a Griezmann no fue complicado, ya que el uruguayo es el líder de la ofensiva y en Joao Félix tienen un jugador de gran proyección que seguirá en la plantilla según las últimas decisiones tomadas.

La continuidad de Suárez seguirá teniendo algún punto o lunar al saber que hasta final de temporada habrá oportunidad de que el charrúa decida otra cosa, pero visto lo que hasta ahora ha sucedido, todo invita a pensar que para la 21-22 seguirá usando la camiseta nueve y marcando goles importantes.

Bálsamo efectivo

Suárez no solo hace la tarea defensiva sino que sirvió de analgésico para un equipo que vio en Morata y Diego Costa las opciones de ataque que no aportarían al club  esta temporada, por lo que el panorama pintaba gris y el uruguayo hizo olvidarlos rápidamente y ganarse todo ese apoyo para sí mismo.