Hay veces en las que, por muy fuerte que seas mentalmente, la impotencia te puede. Eso mismo le ocurrió a Messi cuando, en décimas de segundo, se le pasó por la cabeza la fugaz idea de dar un 'collejón' a Asier Villalibre en plena conducción hacia los aledaños de la portería de Unai Simón. 'La Pulga' sabe muy bien que ahora hay cámaras por todos lados, y que el VAR suele castigar acciones de ese tipo con la máxima penalización.

Pero, claro está, en esas situaciones la razón es sustituida por los impulsos más primitivos y salvajes. Messi soltó el brazo, Gil Manzano no lo vio pero Hernández Hernández sí lo hizo desde el VAR. Segundos después de que el colegiado principal revisara la agresión en el monitor, Leo Messi ya estaba expulsado y caminaba de forma apagada -y apenada- rumbo a los vestuarios.

Muchos habrán aprovechado la expulsión del argentino para soltar barbaridades contra él y blasfemar, así, contra el mejor futbolista de todos los tiempos. De forma más que injusta, porque en más de tres lustros de magia el '10' jamás ha demostrado ser un jugador violento. Todo lo contrario: ha recibido más palos que nadie, ha sufrido agresiones que no han sido castigadas debidamente y, aun así, ha seguido maravillando sin rechistar.

Ni siquiera puede considerarse un 'piscinero', como otros, y eso que ha tenido oportunidades de sobra para provocar penaltis, tarjetas, faltas peligrosas y, en definitiva, una cantidad indescifrable de consecuencias positivas para su equipo. Y sin embargo, Leo Messi siempre ha mantenido una actitud honrada sobre los terrenos de juego, que no debería quedar 'manchada' por una acción tan puntual como la de este domingo.

Un extraterrestre con reacciones humanas

Messi es un extraterrestre cuando se habla de fútbol, pero eso no quita que también sea humano. Y, como todos, hay veces en las que se equivoca. El capitán rosarino, que se fue cabizbajo y visiblemente afectado del campo contra el Athletic, necesitará pasar página cuanto antes para ayudar a sus compañeros, en la medida de lo posible, a salvar la presente temporada 2020-21 levantando algún título.

Independientemente de los partidos que se acabe perdiendo por sanción, el '10' deberá volver más fuerte y fresco, sobre todo mentalmente, para hacer frente a los próximos retos del FC Barcelona. El calendario no se para, y la exigencia es máxima. Que nadie crucifique a Messi por esto, porque no se lo merece. Y cuanto más rápido desaparezca el sentimiento de culpa, antes volveremos a disfrutar de su magia.