El fútbol no es un deporte justo. El Barça comenzó el partido dormido y, pum, gol en contra, hasta aquí todo normal: si no estás activo, recibes, lógico. Este fulgurante inicio no estaba ni en el guion más optimista de Borja Jiménez, técnico del Leganés. A partir del tanto, el conjunto visitante se convirtió en un auténtico cerrojo cuyo único objetivo era blindar la portería de Dmitrovic. Y vaya si lo blindó. Impuso su juego, claramente no propositivo, y dejó un modus operandi muy claro pero, mientras el colegiado lo permitiese, todo legal. Nada que reprochar a los blanquiazules.

El FC Barcelona disparó un total de 20 veces durante los 100 minutos, 90 reglamentarios y 10 de añadido entre ambas partes, que duró el encuentro en el Estadi Olímpic Lluís Companys. De ese total de chuts, solo 4 encontraron portería. Parecen pocos, quizás lo sean para el equipo más goleador de Europa, pero hubiesen sido más que suficientes para llevarse los tres puntos. Dos de esos lances que hicieron trabajar a Dmitrovic provinieron de la bota diestra de Lewandowski que, incomprensiblemente, erró sendas situaciones con alto porcentaje de gol.

Continuando con la hipótesis de la falta de justicia de este deporte, tener muchas ocasiones no asegura vencer. El Barça dominió claramente la posesión, pues tuvo en su haber el esférico durante el 80% del encuentro. Tuvo muchas oportunidades para anotar y, de hecho, la estadística de dianas esperadas refleja 2.67 a favor de los culés y 0.4 para el conjunto pepinero. No obstante, el fútbol no entiende de números, solo de ocasiones aprovechadas.

Robert Lewandowski lleva media temporada a un ritmo goleador asombroso. El ariete polaco acumula 23 goles en 23 partidos disputados, además de sumar 2 asistencias a sus compañeros. Está siendo el delantero que tanto echó de menos el barcelonismo la temporada pasada. No obstante, ante el Leganés tuvo la pólvora mojada y esto definió el partido. Erró una ocasión, completamente solo, a bocajarro en el minuto 10. Se trataba solo de empujarla hacia cualquiera de las zonas libres, que eran varias, aquellas a las que no llegaría el portero visitante. Pero no, el líder de la Bota de Oro disparó contra el muñeco.

Posteriormente, recién superada la primera media hora de juego, Pedri envió un excelso pase alto al '9' que llevaba la casaca azulgrana. Con un control exquisitó, bajó el cuero y lo orientó para golpear. Era otra oportunidad de oro, justo después de un paradón de Dmitrovic a Raphinha, pero la falló. Teniendo la posibilidad de chutar una poderosa volea o acercarse más, aunque ya estaba prácticamente en el área, decidió probar un disparo raso, mucho más sencillo de despejar para el meta rival.

No pasa nada, 'Lewy'. Es normal tener un mal día, a cualquiera le pasa, aunque es lógico que, en un partido tan gris, en el que el Barça estuvo escaso de magia y de goles, esto pese más. Sin ánimo de reproches pero, ¿y si hubiesen entrado, Robert?