La racha negativa ante los blancos se extiende con la derrota 3-2 en Supercopa, aunque el partido planteado por el Barcelona fue si cabe sorpresivo porque la imagen de los dirigidos por Xavi estuvo a la altura del encuentro, el rival y el escenario. Un nuevo revés ante el Real Madrid, pero un Barcelona que ilusiona.

Xavi pudo medir a Ansu Fati, que hizo gol; a Pedri, que terminó fundido el encuentro por el tiempo extra; y a Ferran Torres, que tuvo tiempo incluso de salir amonestado, algo que puede no ser positivo pero demuestra que ganas no le faltan. Luuk De Jong sigue de mieles con el gol y provocó la reacción del equipo, pero no fue suficiente.

Desde 2019 el Barcelona no sabe lo que es ganar ante el Real Madrid y eso pesa por tratarse de un partido de tanta importancia, incluso al ver la diferencia en la tabla se podía entender como un trámite para los merengues y hasta se llegó a respirar ese ambiente un poco, pero lejos de las sensaciones las estadísticas minimizan el empuje.

El King Fahd Stadium de Arabia Saudita  fue testigo del duelo que marcó la semifinal de la Supercopa de España en la que el equipo catalán plantó cara y borró momentáneamente la imagen que se venía dando en los últimos meses, con una temporada que apenas va por la mitad pero parece eterna.

Xavi se va de Arabia con nota positiva y la plantilla también, incluso Luuk, que volvió a anotar para la causa culé y mantuvo vivo el partido que después su compañeros supieron llevar, aunque el choque dejó con algún lunar a Dembélé por sus pérdidas, Ter Stegen por el remate de Benzema que soltó y Dani Alves, que es más un tema de ritmo que otra cosa.

Impulso

Si bien el título de Liga no está decidido es cierto que el Barcelona necesita una inyección de moral importante, esa que si no llegó hoy al menos ya mostró la jeringa. La imagen real del equipo es distante a la de este partido porque se trataba de un clásico, pero puede servir de espejo para demostrar a todos lo que se puede lograr.