El FC Barcelona empezó muy mal la segunda parte contra el Atlético de Madrid, al recibir un gol en el primer minuto que dejó en evidencia a la defensa azulgrana. Un partido más, los culés se mostraron poco contundentes atrás y permitieron que los 'colchoneros', nada más sacar desde el centro del campo, encontraran la portería de Neto a través de Koke Resurrección, quien acababa de ingresar al campo desde el banquillo.
El caso es que ese gol pareció hacer reaccionar al FC Barcelona y, sobre todo, a su gran estrella. Leo Messi se echó el equipo a la espalda, como hace casi siempre, y logró empatar de nuevo el marcador apenas cinco minutos después. El astro argentino recibió un balón en la frontal del área de Luis Suárez y, rodeado de defensores rojiblancos, se sacó de la chistera un disparo preciso y potente.
Celebró la diana con rabia, abrazándose con sus compañeros y promoviendo los aires de remontada que deseaba el Barça para dar la vuelta al marcador. La energía del astro argentino surtió su efecto, y el Barça logró ponerse por delante en el marcador en el minuto 62, mediante un gol de Griezmann que llegó tras un rechace de Oblak a un cabezazo de Luis Suárez.
Una diana, en definitiva, que podría haber llegado antes si el VAR no hubiese anulado el segundo gol de Leo Messi, quien se ayudó ligeramente del brazo para controlar el balón antes de disparar. Gol anulado al Barça, como también la diana de Gerard Piqué a pase de Arturo Vidal, que se produjo después del 2-1 de Griezmann y que llegó precedida por un justísimo fuera de juego del centrocampista chileno.
El FC Barcelona, un quiero y no puedo en 2020
El final de la historia ya lo sabemos todos. El Atlético remontó en los minutos finales y cogió en bragas al Barça con los goles de Morata -de penalti- y Correa, confirmando así un nuevo ridículo del FC Barcelona. Si bien es cierto que el equipo azulgrana jugó mejor que el rojiblanco durante la mayor parte del partido, en los minutos clave los culés se quedaron sin gasolina.
Y, una vez más, vuelve a confirmarse que el FC Barcelona no puede depender únicamente de las apariciones estelares de Leo Messi. Hace falta un bloque, un equipo con mayúsculas que tenga la confianza suficiente como para no perder la cara a los encuentros. Porque, desde que empezó el año 2020, el Barça parece haber perdido la aureola de 'equipo grande'. Toca reflexionar, y mucho.